Día 9
Jueves 24 de agosto de 2017
Costó despertar hoy. Último
día en Liverpool. Bajamos a tomar desayuno, a recolectar un sachet de Nutella
para traérsela a Alonso, a bañarse, vestirse, ordenar las cosas y partir. Los
jóvenes del personal del hotel, muy pero muy simpáticos y serviciales, nos
ofrecen dejar las mochilas en custodia por unos cuantos pounds.
Salimos a recorrer el centro
de esta ciudad maravillosa. Primero, lo primero: una foto en la estatua de
Eleanor Rigby, que vimos la noche anterior. Pasamos por un par de tiendas de
souvenirs Beatlemaníacos, ahí mismo en Mathew St., donde me compré una polera del Sgt. Pepper’s. Aproveché y le compé una polera de The Beatles a Alonso, y un llavero a la Moni. Total, no todos los días se tiene la posibilidad de comprar algo Beatle en Liverpool, jeje. De ahí
al centro, donde hay varios centros comerciales y paseos peatonales. Buscando
regalos, encontré un anillo para la Moni, y en la tienda Lego no pude evitar
comprar un dinosaurio 3 en 1 al Alonso. Vale decir que el Lego estaba más barato acá que en Santiago, una constante que hemos visto una y otra vez en este viaje.
Caminamos y llegamos hasta el
sector más histórico, donde vimos el monumento a Wellington, el imponente
edificio St. George’s Hall, el edificio del Walker Art Gallery, y una plaza
detrás del St. George’s Hall, que resultó ser un Cementerio, el St. John’s
Gardens, donde hay muchos soldados, de las distintas ramas de las fuerzas
armadas, quienes murieron en las guerras mundiales. Una y otra vez el Reino
Unido nos muestra sus cicatrices. ¡Brutal!
Volvemos al centro, pasando
por la plaza Williamson, donde hay una tienda oficial del Liverpool FC. De puro
gil no entré a comprar algo. Ahora me arrepiento de no haberle traído siquiera
un banderín a Alonso. Habrá que volver, jeje!
Ya con hambre, dimos con la
hamburguesería Byron Proper Hamburgers, a la que le habíamos echado el ojo en
Londres. Entramos y nos pedimos un sándwich monstruoso con una Brew Dog IPA.
Vitrineando volvimos al hotel
a recoger las cosas, y partimos al último punto, una cerveza en el Grapes, el
local de Mathew St. donde The Beatles solía juntarse a tomar después o antes de
sus tocatas en the Cavern Club. Una pinta, varios fotos, una conversa y partir
hacia la estación de trenes de Lime Street, para tomar el tren de vuelta a
Londres.
El viaje de vuelta fue
tranquilo. Tuve que comprar un café a la niña del tren, que era muy amable y
guapa. Llegamos a Londres de noche, y pudimos, ahora si, conocer la estación de
trenes Euston Station, que a la ida no vimos por llegar corriendo a tomar el
tren.
Caminamos el par de cuadras
hasta la estación de metro de Euston Station, para dirigirnos de vuelta a
“nuestro barrio” en Stepney Green. Tuvimos que cargar nuestras Oyster Cards con
£5 cada una, calculando que con eso nos debería bastar para los días que nos
quedaban en Londres. El Travelcard que compramos al principio de nuestro viaje
era por 7 días, por lo que era necesario cargar la tarjeta.
Pasamos al supermercado (o minimercado) Coop, a comprar algo para comer en el depa. Encontramos una pizza, que estaba genial, y también unas especie de empanadas, bastante buenas, la verdad. Todo acompañado de un botellín de un vino blanco francés (J.P. Chenet Grenache Cinsault), ¡Formidable!
No hay comentarios:
Publicar un comentario