Día 4
Sábado 19 de agosto de 2017
El día comenzó lleno de
expectativas. Es sábado y el sol comienza a brillar. Es cierto, hemos tenido
sólo buen tiempo estos días, salvo el rato de lluvia que tuvimos el día
anterior, que me hizo usar mi jockey del Colo Colo, el que se me quedó olvidado en la
micro. Sólo me queda el consuelo esperanzador que algún londinense lo recoja y
lo use. Algo de mí se queda en Londres.
Partimos el día en el mismo
lugar donde terminamos ayer, el Half Moon, que es un bar restaurant excelente,
ubicado en Mile End St. A pasos de la estación de metro de Stepney Green. El
English Breakfast acá está más barato y trae: porotos en salsa de tomates,
medio tomate caliente, 1 huevo frito, tocino, salchicha, bubble y 2 rodajas de
black pudding, que es una especie de prieta. Además viene con una tostada y un
sachet de mantequilla. Excelente forma de empezar el día. Cabe destacar que, mientras nosotrso disfrutamos nuestro English Breakfast con un café y té, varios comensales están a pura cerveza, siendo las 9:30 de la mañana. Londoners!
En la estación de Stepney Green, tomamos la District Line hasta
Westminster Station, para hacer el clásico recorrido de todo turista. Y se nota
que es sábado, porque está llena la estación. Afuera en la calle no es
distinto. Volvemos a maravillarnos con el Big Ben, ahora de día, y pudimos
escuchar las campanadas. Tuvimos suerte, ya que días más tarde sacarían la
campana. El Big Ben está en mantención, así que tiene andamios a su alrededor y
no se ve como uno quisiera, pero de todos modos, aquí está, y es bonito. Es fantástico, en realidad.
Caminamos sobre el puente (el Westminster Bridge) para tener una mejor vista
del Big Ben y del Palace of Westminster, visto desde el río Támesis. Varias
fotos, y caminamos alrededor de Westminster Palace, el Parlamento británico.
Llegamos hasta el otro extremo, donde está la Jewel tower, y llegamos a un
parque, donde se encuentra una escultura de Rodin. Bonito el parque, limpio, a
orillas del Támesis, todo es tan tranquilo. Quisiera que esto durara para
siempre.
Seguimos nuestro recorrido por algunas
calles pequeñas y llegamos a la abadía de Westminster, pasando por the Church
House, y Dean’s Yard. Luego de haber visto la catedral de St. Paul, la abadía no
se ve tan sorprendente. Más nos sorprendimos con unos autos Rolls Royce que
estaban estacionados en las afueras. Autos de lujo que se ven normalmente en las calles.
Seguimos nuestra ruta “real”
hacia el Palacio de Buckingham a través del St. James Park, entre patos, cisnes
y otras especies. El Palacio es impresionante, y el monumento a la reina
Victoria también. Luego de un largo rato observando y sacando fotos, caminamos
rodeando los terrenos del palacio para llegar a Chapel St. Y ver la casa y el
barrio de Brian Epstein, el manager de The Beatles. Barrio cuico, muy acomodado,
donde se encuentran varias embajadas.
En el camino dimos con el
Wellington Arch, y más monumentos a los caídos en las guerras, especialmente la
Primera y Segunda Guerra Mundial. Esto es la tónica en una ciudad donde la
historia se hace presente en cada rincón. Grandes monumentos le recuerdan a los
Londinenses que lo que viven no es gratis, y que muchos hombres, mujeres y
niños dieron su vida por ello. Importante mensaje: Sin historia no hay futuro.
Y en Chile hay quienes quieren sacar la estatua a Allende, por ejemplo.
Luego, una pasada rápida por
el Hard Rock Café Shop (que está en Picadilly Street, a un costado del
Restaurant de la misma cadena internacional), para seguir camino a Green Park
Station, donde tomamos la Jubilee Line hasta la estación London Bridge, donde
nos sorprendimos con la altura de The Shard. Fotos y video para Alonso, de la
torre más alta de Londres, y de toda Europa occidental. Algunas fotos del
Támesis sobre el London Bridge (Puente de Londres), el primer puente de la ciudad,
para ir en busca de otro clásico escondido: una rata del famoso grafittero Banksy, que
se encuentra justo bajo el puente. Luego seguimos camino hacia la réplica del
Globe, el mítico teatro de Shakespeare. Nuestro homenaje a ‘To Read’, el profe
de la U que nos hizo leer a Shakespeare en Literatura Inglesa. Vimos las ruinas
del Palacio de Winchester, y llegamos por el paseo del Bankside al Tate Modern,
donde entramos (gratis, por supuesto) a ver algunas exposiciones de arte
moderno. Subimos y desde una terraza tuvimos una vista de Londres desde el
southbank. Pudimos ver la Catedral de St. Paul, los edificios del barrio
financiero (donde están el Gherkin, y el Walkie Talkie, que visitaremos en los
próximos días). Pese a esos edificios, Londres no es una ciudad de
edificaciones muy altas. Tiene claramente definida la escala humana y, si bien
muchas edificaciones son imponentes, lo son más bien por su estructura y su diseño, más que por su altura. No hay
muchos rascacielos, y los que hay están en lugares donde no entorpecen la vista
de lugares históricos o patrimoniales, como el Big Ben, el Palacio de
Westminster, la catedral de St. Paul, etc.
Intentando evitar más
aglomeraciones, con Gerardo decidimos aprovechar de tomar una micro y partir a un ícono de la música popular, que, sin embargo, entendemos, no es un destino turístico de masas: la planta de Battersea.
Unos 25 minutos nos tomó
llegar en micro desde Southwark Bridge hasta Battersea Power Station, una
antigua estación de energía eléctrica que estuvo abandonada por años, y que
ahora está llena de grúas. Como los británicos saben sobre eso de preservar su patrimonio
(y el de otros también, ya lo vimos en el British Museum, jaja) no me asusta lo
que hagan, ya que se nota que la planta y sus 4 chimeneas seguirán ahí.
La gracia de visitar esta
estructura recae en que fue el escenario escogido por Pink Floyd para hacer
volar su chancho gigante en la portada del disco Animals, de 1975.
Las fotos de rigor, y, por
supuesto, ¡El shop de rigor! Como todo barrio londinense, no más cruzar la calle
nos encontramos con un irish pub, donde pedimos unas pints de Guinness y nos sentamos
a disfrutar un partido del Arsenal. Disfrutar no es el término adecuado.
Sufrir, más bien. El Arsenal perdió y Alexis Sánchez está lesionado así que no
jugó. Aunque se dice que la lesión no es tal y que Alexis está enojado porque
el club no lo quiso vender, y él se quería ir a un club que jugara la Champions
League. En fin.
Terminado el partido, y
terminadas las pints, volvimos al centro, via micro-metro, hasta Oxford Circus
Station, y bajamos caminado por Regent St. Hasta Savile Row, otro punto Beatle:
El edificio de la EMI donde los 4 de Liverpool dieron su último show en vivo,
en la azotea. Increíble, pero ahí estábamos. Luego, a un par de cuadras, el
punto donde se sacó la foto para la portada del disco de David Bowie 'Ziggy
Stardust and the Spiders from Mars' (en un pasaje llamado Heddon St., donde está
el ice Bar London), para enfilarnos por el Soho Londinense, con todos sus
bares, locales nocturnos, luces, gente. De pronto andábamos como en un barrio
gay, jaja… ¡Muchos hombres y pocas mujeres en los bares, notamos! Todo caminando
por Wardour St. Para llegar al lugar donde funcionó por años el Marquee Club.
Local legendario donde tocaron The Rolling Stones, Pink Floyd y The Who, por
nombrar solo algunos.
Caminamos por Wardour St.
hasta llegar al Barrio Chino. Bonito, pero encontramos que los restaurantes
eran caros. Llegamos hasta Leicester Square. Nos llamó mucho la atención la
tremenda tienda M&M que hay en la esquina. Justo al frente, la Lego Store
con un Big Ben de legos. Otra tienda gigante de juguetes: Nickelodeon. Todas
tiendas abiertas pese a que ya era de noche. La plaza se encontraba cerrada,
pero la vida nocturna estaba en su apogeo. Las calles llenas de gente, los
restaurants y bares, ídem. Un gran casino en plena plaza, teatros… ¡Vida!
A todo esto, Gerardo no se
sentía muy bien del estómago, y tuvimos que entrar un par de veces a bares para
que usara el baño. Yo me pedía un schop, y seguíamos. Así hasta que me dieron
ganas de ir al baño a mí. La solución estaba ahí mismo, en plena calle, en
Irving St. Con Charing Cross Rd. Donde encontré “meadores públicos” (excuse my French!). Muy
útiles, aunque poco privados, digámoslo. Resulta que los instalan en las
noches, para los hombres como yo que toman y toman cerveza y que necesitan, consecuentemente,
descargar su vejiga en algún momento. Los baños públicos los cierran temprano,
al parecer. Entonces, los reemplazan por estos urinarios químicos.
Ya cansados, volvemos por el
barrio chino caminando hacia Oxford St. Donde tomaríamos la micro de regreso a
casa. No sin antes notar que un grupo de guapas mujeres se reunía en una
esquina. Demasiado guapas, incluso para el estándar que nos ofrecía
Londres. Y bien vestidas, provocativas. Sospechoso. De pronto eran hartas, yo
diría unas 10 o 12. De todos los gustos. Se arreglaban, pintaban, se cambiaban
los zapatos, se acortaban aún más las faldas. Comenzaba su trabajo. Llegó la
micro, y no pudimos seguir mirando.
A casa volvimos con la sensación de haber
aprovechado a concho el día.
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