Día 10
Viernes 25 de agosto de 2017
Viernes, último día completo
en Londres. Hay que aprovecharlo al máximo (dentro de lo que dan las energías,
bastante limitadas a esta altura del viaje y de la vida). Nos levantamos rápido
y salimos inmediatamente con rumbo al Sainsbury's del barrio, para comprar algo
para el desayuno. Un pastelito, y una bebida de café frío (made in
Switzerland) y partimos a uno de los íconos de esta hermosa ciudad: The Tower of
London y el famoso Tower Bridge. Para eso tomamos el metro de la District Line
hasta la estación Tower Hill. A la salida del metro lo primero que vemos es una
escultura/monumento (para variar) con forma de reloj solar, que describe la
historia de Londres en su base circular. Desde ese punto también se puede apreciar la
Tower of London, y un pedazo de la London Wall, una sección distinta a la que
días antes habíamos visto en el barrio del Museum of London. Bajamos a ver la
Roman Wall y nos encontramos con una estatua del Emperador Trajano (Emperador
entre el año 98 y el 117). La sección de este muro romano fue construida
alrededor del año 200, siendo reforzada y agrandada en la época medieval. No me deja de sorprender la historia viva que existe en toda la ciudad.
Algunas fotos y cruzamos la
calle para dirigirnos a la Tower of London, que no es solo una torre, sino que
una fortaleza de tiempo medieval. La torre principal fue construida en la época
de William the Conqueror (Guillermo I de Inglaterra), el primer rey de origen
normando, en el año 1078. Se siguió desarrollando con los años hasta formar un
gran castillo que fue utilizado como prisión en algún tiempo, y también como
residencia real.
Dimos un largo paseo por todo
el borde del castillo. No quisimos tomar el tour por dentro, ya que era un poco
caro y nuestro presupuesto ya estaba al límite. Nos conformamos por dar un
paseo por todo el borde, con detención y sacando hartas fotos. Pudimos ver la
Traitor’s Gate, que es una de las entradas a la fortaleza, que da al Río
Támesis (es una entrada con agua) que fue construida por el Rey Eduardo I entre
los años 1275 y 1279, como una entrada real directamente desde el río. Años más
tarde, fue la puerta de entrada de varios personajes acusados de traición, como
Ana Bolena, y Sir Tomás Moro. Debido a lo anterior, se le conoce como la Puerta
de los Traidores.
Por el mismo paseo donde se ve
la Traitor’s Gate, se puede apreciar el gran Puente de la Torre (Tower Bridge),
postal icónica de esta maravillosa ciudad. También se ve el HMS Belfast, un
barco de guerra de la Segunda Guerra Mundial, que actualmente está anclado de
manera permanente en el río Támesis, y funciona como museo.
Seguimos caminado por el paseo
hasta llegar al Tower Bridge, y, obvio, ¡A cruzar el río por el puente más
famoso de Inglaterra!
El Tower Bridge es un puente
bascular (o sea, que abre sus brazos) construido a fines del siglo 19… Y
funciona (¡Chúpate esa mandarina, puente Cau Cau!). De verdad que fue una grata
experiencia cruzar el río Támesis por este famoso puente, por la vereda oeste,
con vista hacia la Tower of London, el HMS Belfast, y los rascacielos
Londinenses de 20 Fenchurch Street (al que subiríamos más tarde) y The Shard.
Es increíble seguir sorprendiéndose con esta ciudad y sus construcciones.
Llegamos a la orilla sur del río, y de vuelta por la otra vereda del puente,
con vista al este de la ciudad.
Con la premura de la hora,
partimos caminando hacia nuestro próximo destino, que sería el mirador Sky Garden, del edificio 20 Fenchurch Street,
también conocido como el Walkie Talkie, por su forma. Caminando pasamos por un
memorial a los marinos mercantes caídos en la Gran Guerra (la Primera Guerra
Mundial), el Tower Hill Memorial, para seguir caminando por Great Tower St. Y
llegar, luego de unos 15 minutos caminado, al Walkie Talkie. Llegamos antes de
lo presupuestado, y como estamos en Inglaterra, nos dijeron que volviéramos a
la hora correspondiente, lo que nos dio unos 20 minutos para recorrer la zona.
Y encontramos un pequeño mercado, el Leadenhall Market, que, según leemos en la
inscripción en un pilar, se estableció por allá por el año 1321, y que fue
reconstruido después del gran incendio del 1666. El mercado es una especie de
pasaje, con una estructura de metal y un techo de vidrio, que lo convierte en
una galería. Entre las tiendas que vimos, nos llamó la atención una tienda de
licores donde, por supuesto, se señalaba los vinos chilenos. Siendo ya más de
las 12 del día (hora de almuerzo, al parecer) nos llama la atención la cantidad
de gente en los bares tomando cerveza y/o una copa de vino. Se nota que son
personas que están trabajando, y que están en su horario de colación. Una razón
más para amar esta ciudad.
Volvemos al Walkie Talkie como
a las 12:20. Tenemos tickets para entrar al mirador a las 12:30 hrs. Los
tickets son gratuitos y se obtienen a través de la página web del Sky Garden.
Eso si, hay que reservarlos con anticipación, ya que son cupos limitados. La
seguridad es muy importante, por lo que la fila avanza un poco lento, ya que el
personal revisa cada una de las pertenencias de las personas que esperan su
turno para subir. Con todo, en cosa de minutos ya estábamos en el ascensor
subiendo al piso 32, donde tendríamos una vista aérea panorámica de todo
Londres.
El Sky Garden es fabuloso. Se
trata de una planta abierta, que ocupa más o menos los 3 o 4 últimos pisos del
edificio, con restaurants y un paseo bastante amplio para poder recorrer y
mirar hacia la ciudad por los cuatro costados del edificio. La cara sur tiene
una terraza abierta, que da hacia la espectacular vista del río Támesis, y del
Shard, que es el rascacielos más alto de Londres. El nombre de Sky Garden (literalmente: Jardín del cielo) es un
poco pretencioso, ya que no se trata de un jardín ni mucho menos, pero si tiene
bastante vegetación, lo que hace de la visita algo más amable, y que evita pensar
que se está a 160 metros del suelo.
Debemos haber estado como una
hora en el edificio, donde pudimos ver la ciudad en su esplendor: El Shard, el
río Támesis, la Torre de Londres y el Puente de la Torre, hacia el otro
extremo, el Big Ben y el London Eye, así como el Tate Modern, la Saint Paul’s
Cathedral y el estadio de Wembley, a lo lejos. Por otro lado se ven los vecinos
edificios 30 St. Mary Axe (alias The Gherkin, el Pepinillo) y el Leadenhall
Building (otro rascacielos que aún estaba en construcción). Más allá se puede
aprecian el London Stadium (estadio de los Juegos Olímpicos del 2012), y por
otro lado se ven los edificios del sector de la Isle of Dogs y el Canary Wharf.
Bajamos en el ascensor, con la
sensación de haber tenido la posibilidad de haber apreciado la ciudad desde un
lugar privilegiado. Estando en el centro histórico de la ciudad, caminamos
hacia Cornhill con Gracechurch St., donde tomamos el 25 hacia Oxford St., para
ir por los últimos souvenirs. Ahí, en la esquina de Oxford St. y Tottenham
Court Rd. Encontramos un quiosco con variados souvenirs. Atendido por una
rumana, conversamos unos minutos sobre la vida en Londres, y nos llevamos
algunos llaveros. Seguimos caminando por Oxford St. y entramos a un par de
tiendas más, para comprar otros llaveros e imanes, lo típico. Las cosas no son
baratas, pero tampoco son impagables. Con todo, habremos gastado unas £20 cada
uno en souvenirs.
Con los regalitos en la mano,
ya nos sentimos más relajados, y con hambre. Llegamos a una esquina y notamos
que al final de la calle había una plaza. Perfecto para comer algo ahí.
Buscando en el mapa del teléfono, encontramos un supermercado Tesco a unos pasos. Llegamos
allá, compramos un sándwich tipo panini y algo para beber (Yo me compré una
cerveza Hobgoblin, muy rica!), y nos fuimos a la plaza, que resultó ser la Soho
Square Gardens, una bonita plaza llena de gente, en medio del Soho, barrio que
ya habíamos recorrido hacía unas noches atrás. Aquí nos tomamos un merecido
descanso, recostados en el pasto, disfrutando la cerveza y la vista. Gente de
todas las edades se ve disfrutando la plaza, tonado cerveza, compartiendo,
riendo, disfrutando del verano londinense. No sé cómo será el resto del año,
pero en este momento, ¡Londres es el mejor lugar para estar!
Ya que estábamos en el Soho,
decidimos volver a recorrer esas calles, ahora de día. Y nos dirigimos al lugar
donde antiguamente estuvo el famoso Marquee Club, un local donde tocaron varios
de los más grandes grupos de los ’60 y
’70, como The Rolling Stones, The Who y Pink Floyd, por nombrar solo algunos,
en la angosta Wardour St. En el camino nos encontramos con un Ferrari negro
estacionado… Así es Londres ¡Y me encanta!
Luego de la foto en el lugar
donde estuvo el Marquee Club (donde hay una Blue Plaque que recuerda el paso de
Keith Moon por el lugar), nos devolvemos por Wardour St. hacia Broadwick St.,
para llegar a otro pequeño lugar Beatle:
un baño público donde John Lennon grabó un sketch para un programa de la BBC en
el año 1966.
Caminamos hacia Regent St.
para bajar hasta Picadilly Circus, y desde ahí seguir caminando hasta Leicester
Square, donde la pudimos ver de día. En realidad ya eran las seis o siete de la
tarde, pero aún estaba abierta la plaza, así que pudimos entrar y ver la
estatua del bardo inmortal, William Shakespeare, otro de los culpables que
estemos recorriendo Londres, jeje! También vimos una escultura del gran Charlie
Chaplin, otro inglés de exportación. No por nada esta plaza es el centro del Theatreland, donde se encuentran muchos de los más conocidos
teatros londinenses.
Cansados y con hambre,
decidimos caminar por la pequeña Irving St. y entrar a un local (La Chandelle) a
comer el famoso ‘Fish and Chips’, que no es otra cosa que pescado frito con
papas fritas. Acompañado con una pinta de cerveza lager, fue una buena forma de
comenzar a despedirnos de la ciudad. Con todo, creo que nuestra humilde pescada
frita con ensalada a la chilena es mucho mejor que este fish and chips. Igual
había que probarlo!
De vuelta a la calle, a seguir
caminando por Chandos Place, luego la estrecha Maiden Lane, para llegar a
Covent Garden Market, que es otro famoso mercado londinense. Aunque ya es
tarde, aun permanecen algunas tiendas abiertas, y se ve gente caminando,
turistiando al igual que nosotros. Vemos un acto de magia callejero, bastante
entretenido, y decidimos caminar hacia la micro que nos llevará de vuelta al depa. Mañana es el último día y debemos dejar
las maletas y todo ordenado.
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