lunes, 8 de diciembre de 2008

John Lennon y yo



Hoy se cumplen 28 años de la muerte de John, una muerte que sólo ha hecho engrandecer aun más su nombre, su música, sus ideales y su anhelo de paz.


John Lennon murió cuando yo nacía. No sé si por esa coincidencia, o por otra razón, siempre he sentido una cercanía con este personaje. Empatía con el líder natural de The Beatles, mi grupo favorito, banda sonora de toda mi vida. Siempre me atrajo su forma de ver la vida, su sencillez, pese a ser uno de los personajes más memorables del siglo pasado, su estilo de vida, no sé. Hasta su tono de voz y su look son súper característicos. Recuerdo de chico jugar a escuchar a The Beatles e identificar quien hacía la primera voz. Y siempre me gustó más la de Lennon. Más rough, más natural, propia de un rockero. No es una gran voz, pero dice lo que siente. Y eso se nota. Bueno, como canta Victor Jara (otro gigante), “Yo no canto por cantar, ni por tener buena voz. Canto porque la guitarra tiene sentido y razón”. Presiento que Lennon pensaba lo mismo.

De adolecente recuerdo cantar las canciones de The Beatles siempre centrándome en la voz de Lennon. Nunca llegué a ser de esos fanáticos que se visten igual a sus ídolos y adoptan sus posturas y su forma de hablar, pero me faltó poco! También comencé a interesarme no sólo por la música, sino también por las letras. Y descubrí un mundo lleno de imaginería psicodélica en ‘I am the walrus’, ‘Lucy in the Sky with diamonds’ y ‘Revolution 9’. Un mundo de soledad y desamparo en ‘Help’, ‘Mother’ y ‘Julia’. Un mundo de amores juveniles en ‘No reply’ y ‘It’s only love’. Un mundo de amor más maduro en ‘Jealous guy’ y ‘(Just like) Starting over’. Un mundo de ideales, sueños y anhelos de paz en ‘Imagine’, ‘Give peace a chance’ y ‘Revolution’.

John marcó mi vida, y siento que lo conozco tanto que, por extraño que parezca, aun me apena recordar que no está. Aunque está, y siempre estará en sus canciones, en su guitarra, en sus dibujos, y en mi voz cada vez que canto ‘Norwergian Wood’ y ‘You’ve got to hide your love away’…

Grande Lennon… Saludos y un abrazo grande donde quiera que estés…

domingo, 5 de octubre de 2008

Los ochenta poh!

A propósito de los comerciales sobre el nuevo programa del canal 13…
En los 80 yo era chico, vivía en la Villa Portales. Recuerdo despertar con la característica música de las noticias de la Cooperativa y la voz de Sergio Campos. Y me acuerdo cuando escuché la noticia sobre la muerte de Gabriel, el baterista de Los Jaivas, en la radio Umbral.
Recuerdo las protestas a las afueras de mi casa, en la USACH. A los estudiantes perseguidos por los pacos de verde, pacos vestidos para la guerra, con armas en sus manos. Recuerdo salir con mis amigos a mirar a las esquina al guanaco negro y blanco, y al zorrillo. Nosotros llevábamos limón para la garganta y ruda para la nariz. Para nosotros todo eso era un juego. Para mucha gente no.
Recuerdo la noticia de los jóvenes quemados y abandonados a su suerte… en los 80, no a pocos días del golpe, sino que en plena década de los 80. Recuerdo 60 minutos y las noticias cuando las daban más temprano ( y más falsas).
Recuerdo el Fortín Mapocho y el titular que decía: Corrió solo y salió segundo!... Me acuerdo de la franja del NO y de su canción. Y el Vals del NO, que cantaba Florcita Motuda! Me acuerdo de los colores y la alegría que se reflejaba en esa campaña. No me acuerdo de la del si, de hecho no la veía. También me acuerdo de los caceroleos y los apagones y velatones pa’ los 11 de Septiembre.
También recuerdo a mi mami con la guata redonda esperando a mi hermano, escuchando la radio Aurora (Yuri y la “Maldita primavera”). Me acuerdo cuando mi Güely viajaba desde E.E.U.U. y nos traía cosas de otro planeta… zapatillas Nike, chicles de todos sabores y colores, juguetes Mattel y autitos Matchbox… cuando yo sólo jugaba con un He-Man made in China, comprado en Meiggs!
Recuerdo la liebre Los Leones que me dejaba en Alameda con San Ignacio, a una cuadra del colegio… la cancha de tierra y el patio de los Kinder… la derrota de Pinochet y la fila enorme cuando acompañé a mi papá a votar por Aylwin…
En fin… Y tú, ¿En que estabas en los 80?

lunes, 29 de septiembre de 2008

Eso es todo

Al lado de la ventana, que da justo al frente de decenas de oficinas, viendo la lluvia caer sobre el techo del estacionamiento, me detengo a pensar en este último tiempo. En esta nueva vida, en este departamento que siempre está con gente, con tantas visitas, con tanto cariño. Mi mujer en la pieza, viendo tele. Yo, en el living, frente al laptop pienso sobre lo bueno, lo humano y lo divino. Qué raro es estar así, tranquilo, una noche de viernes. Y es que formar una vida en familia es otra cosa, es preferir tu casa antes que un pub. Es terminar tu pega rápido porque lo único que quieres es volver a tu hogar, es sentir que te reciben con todo el cariño que te pueden dar, con un beso rico, con un calor que se siente hasta en los más fríos días de invierno.
Así me siento yo. Ese soy yo en este momento. Raro, pero lo disfruto. Y mucho. Y me gusta. Me gusta mi departamento y la mujer que amo. Me gusta sentir que estamos formando algo grande, algo indestructible, algo también misterioso, algo incierto y, probablemente por lo mismo, excitante y atractivo.
Miro a mi alrededor y me encuentro con cosas que muchas personas nos han entregado como señal de afecto y apoyo. Nos faltan tantas cosas, sin embargo sentimos que lo tenemos todo. Y es así, todo lo tenemos, porque nos tenemos el uno al otro. Y eso es todo. Todo.

Hace diecinueve años...

Estaba nublado ese día. Pero hacía calor. Yo era chico. Era mi primera ida al estadio, o al menos, la primera que recordaba. Mi papi me había dicho que me había llevado al Nacional una vez, pero yo era guagua, no recuerdo. Y esta vez era especial. Iba a ver al equipo de mis amores.

Recuerdo que me junté con mi Tata Hugo para ir al estadio. Yo iba feliz, vistiendo la camiseta blanca, con el LanChile en la guata, y en el corazón el escudo con el aguerrido araucano, símbolo de garra y empuje que el equipo siempre ha tenido, dentro y fuera de la cancha. Y ahora íbamos a “nuestra” cancha. Por primera vez se abrirían las puertas del Monumental para el pueblo Colocolino. Y yo iba feliz. En Mapocho, nos encontramos con el Hugo, un cabro un par de años mayor que yo y que es el otro nieto de mi Tata (aunque no era primo mío, pero eso es parte de otra historia). El no le decía Tata, le decía Abuelo Benito…

Era Septiembre 30 y las banderas flameaban a la entrada del recinto. El viaje me pareció eterno, era muy lejos llegar hasta allá. Recuerdo que tomamos colectivo y una micro, de esas de colores, antes de las micros amarillas de números grandes y mucho antes del Transantiago.

Al llegar recuerdo una aglomeración nunca antes vista por mis ojos. Ahí estaba el “pueblo Colocolino”, los cabros de pelo chuzo, las señoras gordas que acarreaban a 4 cabros chicos, los papás comprando las entradas en las boleterías llenas de gente. Luego vino el colapso. El primer control… ya estábamos dentro del recinto, a metros de las galerías… luego el segundo control y el Hugo que se perdió entre el mar de gente que me aplastaba. Alguien gritó cuidado con los niños, pero nadie tuvo mucho cuidado. En fin, yo estaba medio aplastado entre la reja y un tipo de chaqueta que cortaba los boletos…logré entrar. Mi tata estaba desesperado. Me encuentró y vuelvió al gentío a buscar al Hugo. Al rato llego a mi lado, con el Hugo todo chascón de entre la multitud. Bueno, en realidad seguíamos entre la multitud. Y eso que era el acceso sur, contrario al lugar de la Garra Blanca. Por fin llegamos a las galerías, que están a nivel del suelo, o sea, la cancha está en un hoyo.

Adentro todo era una fiesta. Con el Hugo nos hicimos amigos del cabro que estaba sentado al lado nuestro mientras esperábamos que empezara el partido. Salió Pachuco y la Cubanacán, parece. Luego bajó un helicóptero con Cecilia Bolocco, quien dió el puntapié inicial. Eso dijeron, nosotros sólo vimos a un puñado de fotógrafos y periodistas al centro de la cancha. Bajaron paracaidistas, el estadio estaba repleto, lleno de banderas blancas, lleno de ilusiones y alegría. El futbol alegra el alma. Hasta que se desplegaron unas mangas a los costados del arco norte y luego de una pausa sale Colo-Colo a la cancha. Yo no podía más de felicidad.

No recuerdo mucho el partido. Salvo que era Colo-Colo vs Peñarol de Uruguay. Me acuerdo que tenía que empinarme parado sobre la banca de pizarreño para poder ver las jugadas cerca de las áreas, y recuerdo el gol de Barticciotto. Que emoción gritar un gol y escuchar como una voz a miles de voces que celebran y saltan de alegría. Esa sensación de alegría colectiva es impactante, es impresionante, es muy linda.

Luego nos fuimos felices de vuelta a casa, supongo. En verdad, no tengo recuerdos de cómo salimos del estadio. Probablemente no me quería ir.

Ahora que se cumplen 19 años de ese día vienen a mi memoria momentos vividos en la ruca de Pedreros. Momentos alegres y tristes. Recuerdo haber visto al Colo salir campeón varias veces allí. Recuerdo partidos de copa Libertadores. De esos partidos en los que había que ir a hacer tremendas filas a la sede de Cienfuegos, carnet en mano, para pagar como socio. Recuerdo derrotas dolorosas como alguna goleada propinada por Cruzeiro, en fin, tantos recuerdos. Gracias Colo-Colo por todo, y gracias Estadio Monumental por haber sido el escenario perfecto para tanta fiesta.

Hace tiempo que no voy… pero volveré, uno de estos días volveré.

lunes, 18 de agosto de 2008

Love story

Se conocieron en la pega. Ella lo miró con curiosidad. Le agradaba aquél chico un tanto malas pulgas que se paseaba para acá y para allá como en distracción, siempre ocupado, siempre pensando en algo. Ella, frente al computador, todo lo veía. O lo presentía. Un día lo vio llegar triste. Se veía tan diferente. Tenía un aura distinta. Ella también estaba distinta. Quien fuera su novio por siete años acababa de dejarla. No era la primera vez, pero ella sentía que era la definitiva. No se sintió mal, se sintió diferente. Le costó al principio cambiar su rutina y quitar de su mente a aquel joven de desgarbado aspecto, pelo largo y anteojos. Le costaba bajarse de la micro y mirar en dirección a su casa. ¿La estará observando?, se preguntaba al principio. Sin embargo aquél día su atención se centró en ese flaco de triste mirada y acabado aspecto. Se veía mal, y se sentía mal. También por penas de amor. Lo supo porque comenzaron a acercarse mutuamente y a charlar de vez en cuando.
Las semanas pasaron y la amistad se fue haciendo cada vez más estrecha. Comenzaron a salir juntos. Al principio, tímidamente él la acompañaba hasta el paradero. Luego, ya planeaban salidas a diferentes pubs para ir a conversar y tomarse unos tragos. Así fue naciendo el amor. Lo regaron con bebida y sudor, con alcohol y pasión. Y a poco andar algo sucedió. El destino (o algo parecido) los quiso separar. Él fue enviado al norte, por trabajo. Allá conoció lugares y personas, allá se enfrentó a su pasado y a su futuro. En la soledad del desierto descubrió que su futuro estaba en ella. En esa joven de sonrisa angelical, de pelo largo y mirada profunda. Esa mirada que lo cautivó, esa mirada que lo hizo volver a su lado. Ella lo esperaba ansiosa. Estaba dichosa, y entre las sábanas aquella noche interminable ese amor floreció. Floreció y se hizo grande, potente, fuerte, indestructible.
Aquél fue el invierno más frío de los últimos años, pero al calor de ese amor inacabable se refugiaron y el clima era sólo una anécdota. Bajo la lluvia, con temperaturas bajo cero a medianoche se despedían en la Alameda de las delicias (ahora comprendían el nombre a cabalidad), con un beso que deseaban fuera eterno, como aquél amor que se juraron.
Hasta que un día no se separaron más. Él no soportó verla partir, y la siguió, se fue con ella y no volvieron a separarse. Ahora comparten no sólo un bonito y acogedor departamento en el barrio de Bellas Artes, también comparten sus sueños y sus cuerpos se funden en uno, así como sus corazones y sus vidas lo hicieran desde aquél invierno.
Actualmente se les puede ver por las tardes de la mano, caminado por el Parque Forestal, con la felicidad que les da el amor. Ese amor que fue capaz de unirlos. Ese amor que sólo ellos son capaces de dar y entregar.

jueves, 29 de mayo de 2008

De CDs y Mp3

Mientras viajaba en el agradable Metro de Santiago (Tipín 8 de la mañana) y encendía mi reproductor de mp3, comencé a recordar aquellos días en que mi acompañante musical venía en un bolsito donde justo cabía mi discman. O antes, cuando en el andén del tren subterraneo rebobinaba el cassette con el lápiz Bic para no gastar las pilas de mi personal stereo.
Y pienso en lo ganado (y lo perdido) con este “nuevo” formato musical. Sobre todo lo perdido.



Cuando guardé mis cosas para la mudanza me di cuenta de la cantidad de CDs que tengo. Es una cantidad considerable. Y también lo es el monto de dinero que se ha invertido en ellos.
Ahora es mucho más fácil. Conectado a Internet se tiene acceso prácticamente ilimitado a probablemente más música de la que uno podría llegar a escuchar en la vida! Gratis.


Pero se pierden otras cosas. Se pierde el arte de las caratulas, por ejemplo. ¿Qué es un álbum de Pink Floyd sin su caratula? ¿Sería The Dark Side of the Moon igualmen de reconocible?
Yo no cambio el placer de tener entre mis manos el CD que tanto he anhelado por la comodidad del mp3. Recuerdo cuando me compré el álbum blanco de The Beatles (The Beatles, 1968) y no pude esperar llegar a mi casa para abrirlo y leer las canciones que tantas veces había escuchado sin saber qué decían. O cuando por fin adquirí el CD de la Cantata Popular Santa María de Iquique, grabado por Quilapayún (antes de eso, tenía que conformarme con escucharla desde el disco de vinilo de mi padre. Es un placer único adquirir (y más aun, recibir de regalo) un CD original con la música que a uno le fascina. No creo que se compare a bajar música por Internet.


Más bien prefiero darme el trabajo de pasar mis discos originales a formato mp3, para así poder escucharlos en mi reproductor, que es considerablemente más pequeño y práctico que un discman. La comodidad de tener 5 o más álbumes en un aparato de 7 cms. es fabuloso.

Creo que solamente acudo a Internet (a bajar música) en muy puntuales ocaciones. Por ejemplo, cuando el disco que deseo tener no lo encuentro (cosa bastante común) o, es demasiado caro para mi humilde bolsillo (cosa aún más común). Un ejemplo de esto sería All things must pass, de George Harrison (difícil de encontrar, y muy caro si es que lo encuentras). Por último, acudo a Internet a bajar canciones cuando simplemente lo que busco es una sola canción, o cuando de frentón busco música que me daría vergüenza pedir en una disquería (no daré ejemplos, ja ja). Esa es la más segura causa para acudir a Internet, total, en Ares nadie te juzga!

viernes, 11 de abril de 2008

The Fast & Easy experience

Si, ya hace rato que dejé de ser "monitor", sin embargo mi paso por KOE es algo a lo que merezco unas lineas. Si bien mi salida de la pega fue necesaria, y casi, obligatoria, lo que viví en todos estos años ahi, y sobretodo la gente que conocí allí permanecerán siempre en mis recuerdos.


Aun está en mi memoria cuando Manuel (the boss) me llamó por telefono para preguntarme si estaba interesado en trabajar en KOE (yo había dejado un curriculum allí hacía unas semanas). Mi primera impresión fue buena (años más tarde me daría cuenta que no todo era tan bueno ni bonito). Ahí conocí muy buenas personas. En el staff de profesores se creó un excelente ambiente de trabajo y a corto andar ya se habían creado grandes lazos de amistad-



Muchas cosas pasaron. Recuerdo cuando, con Mavri y Carlitros, llevamos a Victor (un gringo muy chistoso) al Nuria a probar "The real sandwich". El gringo quería comer un sandwich de pollo con pavo y papas fritas, jajaja. Y el pobre mesero no le entendía ná, ja.



Bueno, como olvidar los Interempresas con el viejo de Oviedo ("God") aburriendo con su eterno speech sobre "la claridad". Estaban tan claros, que no pagaban a tiempo, que no subían los sueldos, en fin.



De todas formas, mi paso por KOE quedará siempre en mi memoria, sobre todo por las amistades que cultivé, y por mi amada Moni, a quien conocí allí. Si, ese trabajo monótono y plano fue el escenario que nos brindó la vida para comenzar a cultivar nuestro amor.



Otro gran legado de ese tiempo es el ya célebre Tour Dieciochero. Fue la excusa perfecta para juntarnos y compartir en alguna ramada al compás de las cuecas y cumbias de rigor. Espero que ese legado no se pierda, y sea donde sea que estemos trabajando, este septiembre nos reunamos una vez más en torno a este magno evento.



Bueno, no se pueden relatar todas las cosas vividas en esos cuatro años en unas cuantas lineas. Sólo me queda saludar a todos a quienes conocí en KOE, a quienes siguen allí y a quienes tomaron otros rumbos. Quiero, muy especialmente saludar con un fuerte abrazo a mis compañeros con quienes llevamos a cabo la aventura del Sindicato. Fue dificil, probablemente lo siga siendo para quienes siguen en esa pega. Sin embargo logramos demostrar que es posible. Que la única forma de conseguir las cosas es organizandose. Lo creí en ese tiempo y lo sigo creyendo.



Saludos compañeros, saludos amigos. Nos seguiremos viendo, nos seguiremos juntando para echar la talla, para recordar a los Usuarios y los viejos tiempos. Para recordar a la Olga y sus "chilenismos", al Ivan con su interpretación de la Geo, a la Eli y su nerviosismo, a Carlitros y su "dieta", a Mavri llegando tarde (jajaja), a la Mona echando la talla con la Berni los sábados, a la Barbara haciendo lo imposible para que la echen (todavía está en eso, jeje), a la Paulina pelando a los usuarios con la Ale y la Nata, a los que llegaron cuando las cosas ya estaban color de hormiga, y sin dudarlo tomaron la iniciativa y la fuerza para llevar adelante la conformación del sindicato (Pame, Cristian, Francisco). En fin, a todos quienes directa o indirectamente marcaron mi vida en estos cuatro años que pasé ahí, donde supe de penas y alegrias.

Para finalizar, sólo queda entonar: Por tranquilos y castos senderos....
SAAAAAAA!!!!!

jueves, 27 de marzo de 2008

Actualización

Ufff, tiempo que no escribía, y han sucedido varias cosas que deberían ser comentadas. Sin embargo, todo lo que ha sucedido se puede reducir a tres puntos: Mi desvinculación de KOE, el concierto de Bob Dylan y, lo más importante, mi vida junto mi novia.

Vamos por parte, lo primero sucedió a fines de Febrero. Estando chato con la empresa y sus jefes (siempre encontré que eran muchos jefes pa' tan pocos indios, jeje), y luego de una seguidilla de despidos que habían afectado tanto el número de compañeros de trabajo como el quorum del Sindicato, decidí dar el gran paso y de una vez por todas irme de KOE y dejar de ser "monitor". No fue fácil tomar la decisión, aunque no me arrepiento de nada. Llegamos a un acuerdo con el Gerente, y listo. Al otro día ya estaba fuera, disfrutando de Marzo, mientras el resto de la gente se agobiaba por las deudas y el comienzo del año académico. Good for me!

Seguido de aquello, y, casi de un día para el otro, me convencí de asistir al concierto de uno de los grandes en la música folk Americana y del Rock n' Roll a nivel mundial: Bob Dylan. Como siempre, con Gerardo, nos pusimos de acuerdo y estubimos presente en uno de los mejores conciertos que he visto. Bueno, de lo que pudimos ver (el artista no usa pantallas gigantes, y salió a escena con un sombrero que le cubría buena parte de su carreteado rostro). Y no solo su rostro está carreteado, también su voz. Más carraspeada que de costumbre, casi recitando más que cantando las canciones, este cantautor nos deleitó con temones como: Masters of war, Lay lady lay, Higway 61, etc. Especial referencia para los clásicos Blowin' in the wind (en clave rockera) y Like a rollin' stone, coreada por el público presente. Un show memorable, exquisito.

Bueno, sin duda lo más importante de este tiempo ha sido mi arrejuntá con mi novia. Pa' que contar lo que nos ha costado, sin embargo esta semana hemos, por fin, hallado un lugar donde reposar nuestros cuerpos, un pequeño departamento en el céntrico barrio Bellas Artes (a un paso del metro del mismo nombre). No daré más detalles sino hasta estar completamente asentados por allá.

Creo que eso resume en algo este último mes. Mes que vio a Colo-Colo una vez más ganarle a Boca Juniors, y que, gracias a mi falta de pega, me sobrepasó con programas matinales de farándula y todas las alternativas de Amor Ciego, oye, jajaja.

En fin. No tengo más tiempo. O sea, tengo todo el tiempo que quiero...para estar con quién quiero...Adiós.

martes, 19 de febrero de 2008

En tu cumpleaños

Hoy en tu cumpleaños
podría, no sé, conseguirte
media tonelada de flores,
siete miradas distintas,
quinientos besos de sabores,
un collar de perlas amarillas,
dos boletos para el cine,
un disco de los Rolling.
Dos boletos para el cine,
un disco de los Rolling.

Un trozo de carbón
que en menos de mil años
será un bello diamante,
un diente de tiburón,
una piedra lunar y hasta
una foto de Marte recién tomada.
20 poemas de amor
y una canción desafinada.

Ciento cincuenta sueños dorados
y un par de fantasías más terrenales.
Mi bolsa de canicas, mi infancia
y muchas felicidades.

Mis manos llenas de caricias
envueltas para regalo,
mi acta de nacimiento
endosada a tu nombre
y tiempo para pensarlo.

Ciento cincuenta sueños dorados
y un par de fantasías más terrenales.
Mi bolsa de canicas, mi infancia
y muchas felicidades.

Mis manos llenas de caricias
envueltas para regalo,
mi acta de nacimiento
endosada a tu nombre
y tiempo se nos ha terminado.

Hoy en tu cumpleaños
podría conseguir
todo lo que tengo y soy para ti,
y todo lo que venga
a cambio de qué, no sé
algo se nos ocurrirá, mm
algo se nos ocurrirá, aha
algo se nos ocurrirá!

(Fernando Delgadillo)

¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS AMOR!!!

jueves, 14 de febrero de 2008

Punto de (des)encuentro

Aquí estamos otra vez. En el mismo lugar de siempre. El mismo sitio donde diariamente separamos nuestras vidas después de un arduo día laboral. Nuestro punto de desencuentro. Ese donde estamos más cerca, pero somos más fugaces. Ese momento en que mis labios rozan los tuyos justo antes que tus pies se encaminen hacia la línea 4 del Metro y yo siga mi rumbo hacia el poniente de la ciudad en la línea 1.
Veo como te alejas y tu existencia se reduce a un pequeño punto negro que reconozco como tu cabeza entre miles de otras cabezas que bajan las escaleras hacia el andén.
Comienzo a caminar lentamente por el angosto pasillo rumbo a mi andén. Pero me detengo, no puedo seguir. No lo permitiré, ya no aguanto y vuelvo sobre mis pasos, desafiando al destino. Bajo raudo las escaleras que me llevan hacia ti. Te diviso entrando al vagón mientras otras personas esperan el siguiente tren. Te pierdo de vista. Entro al tren. Se cierran las puertas. Ya estoy a tu lado. Para siempre, por siempre al lado de la mujer que amo. Nos juntamos para no separarnos más. Para seguir un rumbo juntos hacia aquella, otrora lejana, estación llamada felicidad.

miércoles, 30 de enero de 2008

Arauco tiene una pena

Arauco tiene una pena que no la puedo callar,
son injusticias de siglos que todos ven aplicar.
Nadie le ha puesto remedio, pudiéndolo remediar.
Levántate, Huenchullán.

Un día llega de lejos Huescufe conquistador,
buscando montañas de oro, que el indio nunca buscó.
Al indio le basta el oro que le relumbra del sol.
Levántate, Curimón.

Entonces corre la sangre, no sabe el indio qué hacer,
le van a quitar su tierra, la tiene que defender.
El indio se cae muerto, y el afuerino de pie.
Levántate, Manquilef.

Adónde se fue Lautaro, perdido en el cielo azul,
y el alma de Galvarino se la llevó el viento Sur.
Por eso pasan llorando los cueros de su kultrún.
Levántate, pues, Callfull.

Del año mil cuatrocientos que el indio afligido está,
a la sombra de su ruca lo pueden ver lloriquear.
Totora de cinco siglos nunca se habrá de secar.
Levántate, Callupán.

Arauco tiene una pena más negra que su chamal,
ya no son los españoles los que les hacen llorar,
hoy son los propios chilenos los que les quitan su pan.
Levántate, Pailahuán.

Ya rugen las votaciones, se escuchan por no dejar,
pero el quejido del indio ¿por qué no se escuchará?
Aunque resuene en la tumbala voz de Caupolicán,
levántate, Huenchullán.

(Violeta Parra)

Aguante el indómito pueblo araucano!!!