viernes, 16 de agosto de 2013

Así con la educación pública gratuita y de calidad


Hace 10 años salí de la U… La Universidad de Chile, “estatal” (aunque yo prefiero decir tradicional, ya que de aporte estatal recibe bastante poco). Estudié los 4 años con Crédito Universitario, el que comencé a pagar el año 2005.
La deuda, de haber sido contraída en pesos, hubiese sido de 3 millones 600 mil pesos, aproximadamente. De esos, ya he pagado alrededor de 2 millones trescientos noventa mil, sólo considerando el pago del monto capital a pagar, sin considerar intereses por pago fuera de plazo, etc. Después de haber pagado dicha cantidad, cualquiera diría que ya he pagado más de la mitad de la deuda… Pues no, debido a que esta deuda es en UTM, y más los intereses, y quien sepa que otros “ítems”, sepan ustedes que aun “debo” CUATRO millones de pesos!!!
O sea, me prestaron TRES millones SEISCIENTOS mil pesos aprox., y, luego de haber pagado DOS millones TRESCIENTOS, aún me falta por pagar CUATRO millones más!!!!!
Y si a eso le sumamos que he debido, en más de una oportunidad, acudir a algún crédito de consumo para pagar la cuota anual del Crédito Universitario, entonces el monto pagado al final, por concepto de Universidad, es aún mayor… Realmente ya no tengo noción de cuanto me ha costado, en plata, estudiar Licenciatura en Lengua y Literatura Inglesa. Lo que sí tengo claro, es que en 10 años de vida laboral profesional, no diría que ha mejorado mucho mi estándar de vida ni menos mi posición socio-económica. Aquellos que creen que la educación es el motor para permitir la movilidad social se equivocan (al menos se equivocaron conmigo, ja).
Cuando estudiaba en la U, vivía en casa de mi madre (en verdad vivíamos, los tres con mi madre y mi hermano, de allegados en casa de mi Güely), ahora arriendo un departamento en el centro hasta fin de mes, porque volveré a ser allegado, esta vez en casa de mi suegra; Cuando estudiaba no tenía plata pa’ renovar mucho mi closet, ahora es cuestión que miren las fotos de Facebook pa' darse cuenta que salgo siempre con la misma ropa desde hace como 3 años; cuando era estudiante universitario no tenía auto, y mi transporte era la micro y/o el metro, hoy…idem; cuando estudiante las lucas me alcanzaban pa' carretear con chelas y uno que otro pisco Bauzá o Mistral, hoy, 10 años más tarde, las lucas me siguen alcanzando pa' lo mismo (creo que sólo subí de categoría, y ahora tomo Heineken y Paceña, en vez de Baltica y Dorada, jaja)... 
Así las cosas, no me pregunten por qué ando con la cara larga, por qué vivo quejándome de las deudas, por qué no he estudiado un master o un diplomado o alguna otra weá… En fin, no pretendan que acepte con la cara llena de risa este sistema que me caga cada vez que puede… ¡He dicho! 

A propósito de las elecciones parlamentarias

Estando ad portas de una nueva elección parlamentaria, es lamentable ver cómo las viejas prácticas de la política están, al parecer, más vigentes que nunca en los partidos políticos de nuestro querido Chile. Es así como, pese a que todos los “líderes” de los partidos destacan y subrayan la importancia y urgencia de incluir nuevas figuras en la escena política nacional, y señalan estar de acuerdo en traer aires frescos al Congreso, la gran mayoría de los aspirantes al Congreso chileno va por la reelección.
Esto no es condenable a priori, el problema, creo yo, surge cuando vemos que hay un sistema perverso que está hecho para que las dos grandes coaliciones políticas tengan representación, dejando fuera, mediante el archi conocido y desprestigiado – pero aun vigente- sistema Binominal, a los candidatos independientes que vayan fuera de uno de estos 2 grandes pactos. Pero no sólo eso, sino que, no contentos con tener “asegurados” la mitad de los escaños, estas coaliciones apoyan las reelecciones eternas de los mismos personajes que ya han estado, una, dos, tres, y hasta cuatro periodos en el Congreso.
No contentos con eso, en aquellos casos en que el diputado/senador en ejercicio, que pretende ser reelecto, pese a que, al parecer, su tarea en el Congreso no fue del gusto de sus electores en su región (distrito/circunscripción), y se sondea que no tendrá una alta adhesión en una posible nueva candidatura, los partidos y/o pactos ni se inmutan en cambiar al candidato de zona, pretendiendo solucionar con esto el problema. O sea, un candidato que no sería reelecto por su actual distrito o circunscripción, es cambiado para otra zona, de manera de mantener su cuota, su cupo en el poder.
Ejemplos de esto sobran por montones: El senador Escalona, actual senador por la región de Los Lagos, que ahora iría a la reelección por la región del Bío Bio. El Diputado Marcelo Díaz, actual Diputado por el Distrito 7 (La Serena), iría a la reelección por el Distrito 22 (Santiago Centro), etc.
Otro gran vicio es considerar una candidatura al Congreso como un “premio de consuelo” para aquellos que fueron pre candidatos a algo, y no les fue bien. Para destacar están los casos de los ex precandidatos presidenciales de la derecha, Laurence Golborne (pre candidato presidencial de la UDI que ahora es candidato a Senador por Santiago Oriente) y Andrés Allamand, que era la mejor opción de RN para ser Presidente, y ahora, repentinamente es la mejor opción RN para ser Senador por Santiago Poniente (sacando de carrera, de pasadíta, a Catalina Parot).
Otro ejemplo es el Senador José Antonio Gómez. Espero, de verdad espero que re considere su repostulación al Senado, porque sería el colmo primero ser pre candidato a Presidente, y luego, como perdió, entonces lanzarse de candidato a Senador. Pero no sólo eso sería impresentable, sino que, de hacerlo, lo haría por otra circunscripción, porque en la región por la que es Senador actualmente no volverían a votar por él.
El último caso es de verdad vergonzoso, Enrique Accorsi, actual Diputado por el Distrito 24 (La Reina – Peñalolén) deseaba repostularse a la Cámara Baja, pero esta vez por un Distrito distinto (30, San Bernardo), donde fue derrotado en las primarias “convencionales” o fuera de la ley de primarias que realizó esta “Nueva Mayoría” para legitimizar algunas candidaturas y elegir representantes en algunos distritos donde la elección “a dedo” no habría sido suficiente. Sin embargo, aún así, aun perdiendo en las primarias que ellos mismos aceptaron, ahora resulta que este “Honorable” podría ser candidato a Diputado por el Distrito 23 (Las Condes – Vitacura).
Este circo electoral donde ya ni siquiera cambian los payasos, sino que, tal como el circo, cuando ya no les va bien en un lugar, agarran su carpa y sus leones, y van a otro lugar a ofrecer el mismo pobre espectáculo, ya no da para más. Se necesita un cambio y se necesita ahora.
Una solución es, desde mi punto de vista, lograr que al menos un candidato fuera de este duopolio (Alianza – Nueva Mayoría) lograse ingresar al Congreso. Actualmente sólo veo en la figura de Giorgio Jackson esa posibilidad, siempre y cuando en la Nueva Mayoría se abstuvieran de llevar candidato en dicho Distrito y dejaran “en libertad de acción” a sus bases.
Otra solución es avanzar, de una vez por todas, en algún proyecto que regule, y restrinja la re elección indefinida a cargos públicos. No puede ser que esté prohibida la reelección a Presidente de la República, sin embargo los Diputados, Senadores y Alcaldes se pueden repetir el plato cuantas veces quieran, y por distintas zonas, sin que les de una pizca de vergüenza.
Yo propondría un tope de reelección a cargos públicos: 1 reelección para cargos de 4 años (diputados, alcaldes, Cores, consejales) de modo que puedan completar un máximo de 8 años en su cargo.  Y prohibiría la reelección a Senador (8 años es más que suficiente, creo yo, para poder hacer lo que se prometió a la gente). Mantendría la restricción de re elección en el caso del Presidente, y pondría ciertas restricciones a otros cargos públicos que no son de elección popular (Ministros, Subsecretarios).
Junto con lo anterior creo necesario avanzar hacia una reforma de los sueldos y dietas parlamentarias. Ese clásico discurso “a los Diputados y Senadores hay que ofrecerles un sueldo que sea competitivo con lo que ofrece el sector privado a los profesionales de excelencia, para que éstos dejen sus empleos en la empresa privada y trabajen en el sector público” es una falacia.  Lo mismo que decir “deben recibir un buen sueldo para que así no sean sobornables”, jajaja. Todo hombre tiene su precio, eso todos lo sabemos. Las presiones y el lobby se controlan con leyes y regulación, no con altos sueldos a costa de las arcas fiscales. Un sueldo de 20 sueldos mínimos (aproximadamente sería unos 4 millones doscientos mil pesos) debería ser suficiente para alguien que está en el Congreso “para expresar la voluntad del pueblo”, “para llevar a cabo las exigencias de la gente”, “para representar a la ciudadanía”.
Si realmente los Congresistas (Diputados y Senadores) quieren seguir siendo la expresión de la ciudadanía, deberían empezar por escuchar las demandas ciudadanas y, de una vez por todas, hacerse responsables de su cargo y posición en  la sociedad. Los invito.