jueves, 24 de septiembre de 2009

Sobre el debate

“Hemos visto dos visiones de país” dice Paula Narváez, del comando de Eduardo Frei, al finalizar el primer debate presidencial televisado por TVN, refiriéndose a la postura de Frei contra la del candidato de la alianza.

No sé a cuáles dos visiones se refiere. Lo que se vio en el debate fue una visión de mundo representada por tres candidatos (el empresario, el senador y el diputado), y una visión bastante diferente, del candidato de la izquierda, el único que marcó una diferencia.

Los otros tres candidatos son más de lo mismo, con sólo algunos bemoles. De Piñera no descubrimos nada nuevo. Se volvió a demostrar una vez más que cada vez que habla se evidencia su torpeza. Se vio débil. Trata de ser empático con el tan manoseado “chileno medio”, pero no lo logra. Se defiende de los ataques del senador sobre el informe de Transparencia Internacional como puede. Vuelve sobre lo mismo una y otra vez, la delincuencia, más seguridad, represión y mercado.

El candidato oficialista, el senador, volvió a ser lo mismo. Por un momento me pareció estar viendo un programa del año 93. No sorprende, no se impone. El punto más alto fue cuando trató de emplazar a Piñera sobre el informe de Transparencia. No respondió a las preguntas de Henriquez-Ominami, no se mostró empático con la gente, demasiado técnico, frío, fome.

El diputado, en tanto, trae aires frescos al mismo sistema que defienden los otros dos candidatos. Sus conocidos problemas de dicción atentan contra su presentación, aunque a poco andar uno se da cuenta que es lo mismo, una y otra vez. Se preocupa demasiado en buscar diferencias entre su candidatura y las de Frei y Piñera, y le cuesta mucho encontrarlas. ¿Por qué será? Pide seguir cambiando así como lo ha hecho el gobierno de Michelle Bachelet. Yo digo, no, gracias.

Por otro lado, en la otra vereda, el candidato siempre excluído, desechado, mirado en menos, ninguneado, de la izquierda chilena. Quién haya creído que Navarro era la opción de izquierda no conoce la historia de esta gran fuerza. Arrate es un candidato con un gran convencimiento. Le creo lo que dice, porque lo dice con convicción. Está seguro de su opción, no negocia su visión de mundo por un par de votos más. Respondió a todas las preguntas con seguridad. Es un candidato creíble, empático con el trabajador, con la mujer chilena. Me gustó y me convenció.

La pista se ve más clara ahora, que le han dado más tiempo en televisión a los que usualmente no tienen ni un segundo. La izquierda es un peligro para el stablishment. La izquierda es la única alternativa de cambio real. El voto disconforme, el voto por un cambio, el voto por los ideales tiene un solo candidato: Yo voto Izquierda, yo voto Arrate.