jueves, 29 de mayo de 2008

De CDs y Mp3

Mientras viajaba en el agradable Metro de Santiago (Tipín 8 de la mañana) y encendía mi reproductor de mp3, comencé a recordar aquellos días en que mi acompañante musical venía en un bolsito donde justo cabía mi discman. O antes, cuando en el andén del tren subterraneo rebobinaba el cassette con el lápiz Bic para no gastar las pilas de mi personal stereo.
Y pienso en lo ganado (y lo perdido) con este “nuevo” formato musical. Sobre todo lo perdido.



Cuando guardé mis cosas para la mudanza me di cuenta de la cantidad de CDs que tengo. Es una cantidad considerable. Y también lo es el monto de dinero que se ha invertido en ellos.
Ahora es mucho más fácil. Conectado a Internet se tiene acceso prácticamente ilimitado a probablemente más música de la que uno podría llegar a escuchar en la vida! Gratis.


Pero se pierden otras cosas. Se pierde el arte de las caratulas, por ejemplo. ¿Qué es un álbum de Pink Floyd sin su caratula? ¿Sería The Dark Side of the Moon igualmen de reconocible?
Yo no cambio el placer de tener entre mis manos el CD que tanto he anhelado por la comodidad del mp3. Recuerdo cuando me compré el álbum blanco de The Beatles (The Beatles, 1968) y no pude esperar llegar a mi casa para abrirlo y leer las canciones que tantas veces había escuchado sin saber qué decían. O cuando por fin adquirí el CD de la Cantata Popular Santa María de Iquique, grabado por Quilapayún (antes de eso, tenía que conformarme con escucharla desde el disco de vinilo de mi padre. Es un placer único adquirir (y más aun, recibir de regalo) un CD original con la música que a uno le fascina. No creo que se compare a bajar música por Internet.


Más bien prefiero darme el trabajo de pasar mis discos originales a formato mp3, para así poder escucharlos en mi reproductor, que es considerablemente más pequeño y práctico que un discman. La comodidad de tener 5 o más álbumes en un aparato de 7 cms. es fabuloso.

Creo que solamente acudo a Internet (a bajar música) en muy puntuales ocaciones. Por ejemplo, cuando el disco que deseo tener no lo encuentro (cosa bastante común) o, es demasiado caro para mi humilde bolsillo (cosa aún más común). Un ejemplo de esto sería All things must pass, de George Harrison (difícil de encontrar, y muy caro si es que lo encuentras). Por último, acudo a Internet a bajar canciones cuando simplemente lo que busco es una sola canción, o cuando de frentón busco música que me daría vergüenza pedir en una disquería (no daré ejemplos, ja ja). Esa es la más segura causa para acudir a Internet, total, en Ares nadie te juzga!