lunes, 23 de julio de 2007

Todo mi amor eres tú

Vagando por estas tierras
La brisa trae tu nombre
El cielo con sus estrellas
Los cerros de mil colores

Hasta el norte he venido
Tú te quedaste en el sur
Y en el desierto perdido
Todo mi amor eres tú

Con el sol sobre mi espalda
Y el aire de brisa seca
Yo recuerdo a mi amada
Sus ojos de niña bella

Llega la noche estrellada
Y el frío que me rodea
La soledad empañada
Preso soy de esta espera

Vagando por estas tierras
La brisa trae tu nombre
El cielo con sus estrellas
Los cerros de mil colores

Hasta el norte he venido
Tú te quedaste en el sur
Y en el desierto perdido
Todo mi amor eres tú

Una vez más. Chile/Argentina en el campeonato Sub 20 (o el derecho a pataleo)

Nos pasó una vez más. Como siempre, perdimos frente a Argentina. Como siempre vamos a pelear por el tercer lugar. Como siempre nos sentimos defraudados y decepcionados. Como siempre el árbitro nos saqueó. Como siempre volvimos a escuchar a Carcuro hablando bien del fútbol argentino. No hay novedad, no hay sorpresa. Siempre ganan los mismos, y, cómo no, si tienen no sólo el fútbol a su favor. También la historia, y como si fuera poco el beneplácito de la FIFA (que a esta altura no es más que una empresa a favor de las grandes potencias futbolísticas) y de los “excelentes” árbitros europeos.

De Argentina, nada que decir. Jugadores expertos en las simulaciones, el engaño, el timo, lo desleal, el anti fútbol, diría Chespirito. Y no son más que el reflejo de su sociedad. Una sociedad que quiere ser potencia mundial, que quiere, y cree ser, la mejor de América cuando la realidad es muy distinta. Un país que vivió en el mundo de Bilz y Pap. Un país que ha tenido gobernantes por lejos más paupérrimos que los nuestros. Un país que, lamentablemente, ya se acostumbró al truco, al engaño, al ilusionismo, incluso en lo que si son buenos, el fútbol.

Del árbitro, bueno, es el árbitro. Uno entiende que el árbitro es un simple empleado de la FIFA que dejó demasiado en claro que a la organización del mundial le conviene mucho más tener a una potencia del fútbol mundial como Argentina en la final que a la selección de un país con sólo 15 millones de habitantes, que a nadie importa. Y con todas las competencias de la FIFA pasa lo mismo, pero eso ya es sabido, ya es repetido.

De la selección Chilena, qué decir. Decir que son buenos jugadores. Sin duda no son los mejores que Chile ha tenido, pero son buenos. Que no han ganado nada aún, sin embargo ya llenan las páginas de la mentada farándula nacional. Que si siguen jugando como lo han hecho, no necesitamos magos ni choros ni modelos mejores pa’l trago que pa’la pelota. Ojala no se pierdan, ojala no los matemos como lo hemos hecho con tantas otras “promesas” del fútbol que se han quedado sólo en eso.

Al final, mejor celebremos los logros conseguidos por deportes históricamente olvidados como el ciclismo, el remo y el levantamiento de pesas, que sí consiguen logros importantes (medallas de Oro en los Panamericanos). Ojala la Presidenta deje de salir en despachos en vivo hablando a los jugadores de la Rojita, prometiéndoles recibirlos en La Moneda y se preocupe de fomentar otros deportes y recompensar a los esforzados ciclistas, a las remeras, a Cristián Escalante y Enzo Cesareo, que sin parafernalia ni recursos, sin contactos en vivo y en directo con sus familiares, sin SQP relatando sus historias amorosas, lograron obtener cosas realmente importantes paras nuestro país, pero más importante, para ellos mismos.

Pese a todo, y pese a la historia, igual estaremos frente al televisor la próxima vez que Chile enfrente a Argentina. Igual nos ilusionaremos con una victoria. Igual nos creeremos buenos pa’ la de cuero. Igual nos convenceremos que se puede romper la historia. Igual soñaremos con hacer un cambio, con que el débil derrote al poderoso, con que la tortilla se vuelva, con que los por siempre derrotados sean alguna vez los vencedores. Soñaremos, en fin, con lo imposible, con David contra Goliat. Sumar y soñar, ¿O no Rodrigo?

miércoles, 18 de julio de 2007

6 meses

Hace 6 meses abrí esta puerta, esta ventana de vidrios transparentes hacia mi interior. Hacia mi corazón y mente. Hace 6 meses necesitaba un medio por el cual desahogarme, un confidente al cual contarle cosas que no me atrevo a decir a la cara de la gente por pudor. El mismo pudor que dejo de lado cada vez que escribo aquí.

Y han pasado varias cosas en estos 6 meses. La pena, la angustia, la desesperanza se han cruzado con la alegría, la emoción, el amor en todo este tiempo.

Y después de 6 meses estoy bien, me siento bien. Y es que siempre es bueno aprender, y crecer. Y por medio de la pena, el desencanto y la desilusión uno aprende. Y crece.

Escribir durante estos 6 meses también me ha hecho bien. Escribir cosas simples, canciones, ideas, experiencias que son valiosas para mí. Que no tienen un receptor definido (muchas veces simplemente no tienen uno) pero que son importantes sólo por el simple hecho de haber sido escritos. De haber sido pensados.

Sin embargo quiero agradecer a los pocos pero leales lectores de este blog. Gracias a quienes me han dejado comentarios (escasos, y por lo mismo, muy valiosos). Gracias a quienes me han dicho que al menos le han echado una mirada. Gracias, sobretodo, a aquella lectora incondicional que, enceguecida probablemente por otros factores, celebra cada uno de mis textos. Gracias Monita, por ser mi lectora number one!

Y si, han pasado varias cosas en estos 6 largos meses de vida de este blog. Viajé en avión por vez primera. Rodrigo se emancipa y se va a vivir solo. La Nata fue madre de la preciosa Maite a principios de año. Y hace unas semanas Felipe I se convirtió en el primer “Plagio Baby”, y Germán, a su vez, en el primer “Plagio Dad”. Así pues, nacen y se desarrollan las personas. Y la vida. Y espero que este blog con ellas.

Este año se perfila como uno muy especial. Y desde el 07 del 07 del 07 creo que lo es aún más.

viernes, 6 de julio de 2007

Tierra de sol y cobre

Lejos. Lejos de lo familiar, de lo conocido, del fuero materno y de la amistad. solo en un lugar desconocido e inimaginado. En una ciudad enclavada en el desierto (algo que no deja de sorprenderme). en un lugar donde se fragua la mayor riqueza de Chile. donde, sin embargo, la precariedad se siente en el ambiente. Una ciudad poblada principalmente por trabajadores del cobre. Un lugar donde existe un gran desconformismo. Donde los trabajadores contratistas se botan a huelga por mejoras salariales. donde la droga es tan común como las schoperías, y donde no hay que ser muy observador para divisar escolares haciendose unos pitos en sus jumpers, a pasos de la comisaría, en calle Granaderos. O donde los dealers comercian con sus clientes en plena plaza.

Una ciudad donde se huele la desesparanza. Una ciudad olvidada. Una ciudad que nadie quiere, ni siquiera sus habitantes, muchos de ellos venidos, como yo, desde el sur.

Y es raro, ya que en esta ciudad hay hartas ofertas laborales. Pero, probablemente, es lo único que puede ofrecer. Trabajar para Codelco Norte en Chuqui, o RT, para que tus hijos también trabajen allí, y los hijos de tus hijos, etc. Es como una oficina salitrera, más grande, más moderna, pero donde todo gira en torno del metal, de la riqueza de nuestro país.

Es un tanto desesperanzador vivir aquí, pienso. No existe un circuito cultural atractivo, por ejemplo. No se potencia el turismo en la zona para los habitantes de ella. Sólo para turistas extranjeros que dejan sus euros, dólares y libras esterlinas en algún restaurant de la calle Caracoles en San Pedro. La cultura es extremadamente cara, y escasa. Viajar a San Pedro es caro. Y lo que ofrece Calama en materia artística cultural se reduce a algún circo (la semana pasada fue el 'Timoteo', ahora es el 'Buffalo Bill'), a los poco ágiles malabaristas de semáforo en rojo, una que otra estatua humana y algún humorista que tuvo su minuto de fama en la tele, y pero ahora sigue haciendo shows en la calle por unas monedas.

En fin, ahora entiendo la tasa de suicidios en estas ciudad, la más alta de Chile.

Yo me iré, pero hay muchos que no lo harán, que seguirán aquí. Viviendo, sintiendo, respirando día a día la desesperanza, la precariedad, la soledad de vivir en medio del desierto grande.

miércoles, 4 de julio de 2007

San Pedro de Atacama, día 3. Lunes 2 de Julio

Pensé en haber dormido más, pero no pude. Pese a los dos ron cola de la noche anterior y la pizza catalana en 'Casa de piedra', uno de los muchos resto-bares con onda de las calle Caracoles, no logré seguir durmiendo más allá de las 9. Mi room-mate se está alistando para viajar. Sí, para abaratar costos me conseguí una pensión con pieza compartida, y me tocó esta canadiense que anda sola, de mochilera por América del sur. Su próximo destino es Salta, Argentina. Como no, si de aquí al paso Jama (paso fronterizo entre Chile y Argentina) hay algo así como 180 kms.

Ella se va y yo me levanto. Voy en búsqueda de desayuno y encontré un local que ofrece panqueques con mermelada. Luego me dirijo a la agencia de turismo y me consigo la bici. Salgo a pedalear por los alrededores de San Pedro. Avanzo por el camino a Toconao. Dudo si lanzarme en bici hasta allá. Desisto, el aire seco, la altura y el sol no son buenos aliados para el ciclista.

Vuelvo a San Pedro y llego al camino que conduce hacia el Paso Jama. Me encuentro con la Aduana y la oficina del SAG.

Sigo pedaleando, ahora por Solor, una localidad al sur de San Pedro. Es una localidad rural, con cabras, ovejas y plantaciones de maiz.

Despues del almuerzo, donde saboreé 'pataska', un plato típico de la zona, me di el clásico paseo por la feria artesanal y los diferentes puestos en busca de algún engañito.

Son las 7. Ya voy en el bus hacia Calama, escuchando 'The dark side of the moon' mientras por mi ventana se conjugan en perfecta comunión el paisaje mágico del Valle de la Luna y un concierto de estrellas en ese cielo, limpio de nubes, que está sobre el gran desierto.

Estos 3 días fueron inolvidables. Conocí lugares y gente muy especiales. Me inundé de cultura e historia. De nuestra historia indoamericana, Atacameña. Y también pude apreciar y conocer algo de los turistas extranjeros que pululan por esta parte de Chile.

San Pedro es un lugar fantástico y mágico. Increíble y misterioso. Volveré. Aún tengo mucho por conocer y por recorrer.

San Pedro de Atacama, día 2. domingo 1 de Julio

Hoy desperté temprano, con renovadas energías luego de una noche plácida tras hablar por teléfono con mi Monita. A las nueve ya estaba en la agencia Layana donde, por 3 lucas, me agencié una mountain bike Trek para recorrer el oasis.

Mi día comenzó bien. Tomé dirección norte, bordeando el río San Pedro, y en 20 minutos estaba entrando al Pukará de Quitor. Se trata de una fortaleza-villa de los Atacameños que sufrió, primero, la invasión Inka, y luego la masacre española. En este lugar los españoles cortaron las cabezas de los líderes del lugar. Un hecho tan deplorable y reprobable como común en los invasores y conquistadores, hasta el día de hoy. Este lugar guarda nuestra historia. La vida de loa Atacameños se puede percibir, oler aquí, entre estos muros hechos de ladrillos de adobe, entre estas edificaciones tan bien conservadas. "Una vida de piedra despues de tantas vidas" diría el gran Pablo.


Además, desde aquí parte un sendero que me conduce a la punta de un cerro desde donde se puede dominar con la vista todo el valle, el oasis, el imponente Licancabur, el río San Pedro, las quebradas y el valle de la Muerte.

Volví a San Pedro y almorcé en 'Las Kañas'. Uno de los locales accequibles al bolsillo y presupuesto de un simple profesor de Inglés, y con buena comida.


A las 3 partió el tour al Valle de la Luna. Ibamos 6 tourists, en la van conducida por un guía poseedor de un, aunque precario, entendible Inglés. De los seis de la delegación, yo era el único chileno, acompañado de una pareja de cubanos, una de franceses, y una irlandesa. Por lo que acordamos que el tour fuera sólo en Inglés para no repetir lo mismo en 2 idiomas.


El tour se hizo bastante amigable. Entablé una grata conversación con la irlandesa, de nombre Angela, mientras cruzabamos a pie el Valle de la muerte, también conocido como Valle de Marte. Luego nos dirigimos al Valle de la Luna, la puesta de sol, el desierto desplegando sus miles de colores tanto en la tierra como en el cielo. Un espectaculo maravilloso e inolvidable.


El viaje fue extenuante y especial. Caminamos harto y pude darme cuanta de lo variado y hermoso que es este lugar. Desde los sitios arqueológicos llenos de historia, de pasado y presente, pasando por las maravillosas fallas geográficas que nos ofrecen parajes tan ajenos, diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver, hasta la posibilidad de compartir con gente de otras latitudes. Gente que logra maravillarse con nuestra tierra. Gente que te hace ver lo afortunado que eres al vivir aquí. Y no lo digo por el país, por Chile, sino por toda el área, por America del sur, por nuestro pueblo latinoamericano, por nuestra cultura Indoamericana.




San Pedro de Atacama, día 1. Sábado 30 de Junio

Son las nueve y cuarto y estoy sentado en el "Algarrobo" saboreando un pisco-sour al calor de una fogata, analizando mi corta pero interesante estadía aquí en el oasis.


Llegué hoy, sábado 30, al día siguiente de la fiesta más importante del pueblo, San Pedro y San Pablo. El pueblo tiene ese ambiente donde se respira la resaca, el día despues de la gran fiesta. Me siento como cuando uno llega a su casa y se da cuenta que hubo una fiesta, pero que ya todos se han ido. Challa en el suelo, banderas a un costado de la parroquia, poca gente en las calles y los artesanos y comerciantes comentan lo que les quedó de las fiestas.


Yo estoy feliz. No sé, no logro explicarlo bien, pero hace tiempo no me sentía así. Mientras cruzaba el desierto en bus brotó una lagrima por mis, más bien secos, ojos al escuchar una canción de Illapu. La conexión entre esa música eminentemente nortina y este paisaje desolador es increíble. Todo tiene sentido. Escuchar 'Baguala india' con la espectacular interpretación de Eric Maluenda con el paisaje más árido, seco, desierto de Atacama es mágico. No sé como describirlo.


Termino mi sandwish 'Algarrobo', algo nunca antes saboreado por mi poco fino paladar. Pan pita con pollo, palta (en trozos, no molida), tomate y queso caliente. Grandioso. Caro, sí, pero que más da, uno no se come un rico sandwish con un pisco-sour en San Pedro todos los días, a la luz de la luna llena y al calor de una fogata.


Este es un lugar mágico. Un lugar que fue originalmente descubierto por los Atacameños, o Likan Antai, influenciado por la cultura Tiwanaku, para ser luego conquistados por los Inkas, que, a su vez, fueron conquistados por los españoles. Un lugar liberado de los españoles bajo la bandera de Bolivia, y, luego de la guerra del Pacífico, anexado a territorio chileno.


Pese a esto, la gente de esta tierra es ajena a todo aquello. Tienen su propia identidad. Son Likan Antai, y lo seguirán siendo.


Creo que es la primera vez que realmente me siento extranjero, pese a estar en mi país. Y no sólo por los lugareños, sino tambien por la gran cantidad de turistas. Por las gringas que charlan al lado mío, por los alemanes y sus risotadas en la otra mesa, por la infinidad de europeos que caminan por la plaza y hospedan en la pensión, por las bolivianas que atienden los puestos artesanales, en fin. Este lugar es mágico, y me gusta. Es caro, y no importa. Yo estoy aquí para disfrutarlo, para descubrirlo y vivirlo. Y ya no me siento solo. Vuelvo a la pensión con la luna que ilumina mis pasos y la Pachamama que besa mis pies. Me protegen y soy eterno.