miércoles, 4 de julio de 2007

San Pedro de Atacama, día 2. domingo 1 de Julio

Hoy desperté temprano, con renovadas energías luego de una noche plácida tras hablar por teléfono con mi Monita. A las nueve ya estaba en la agencia Layana donde, por 3 lucas, me agencié una mountain bike Trek para recorrer el oasis.

Mi día comenzó bien. Tomé dirección norte, bordeando el río San Pedro, y en 20 minutos estaba entrando al Pukará de Quitor. Se trata de una fortaleza-villa de los Atacameños que sufrió, primero, la invasión Inka, y luego la masacre española. En este lugar los españoles cortaron las cabezas de los líderes del lugar. Un hecho tan deplorable y reprobable como común en los invasores y conquistadores, hasta el día de hoy. Este lugar guarda nuestra historia. La vida de loa Atacameños se puede percibir, oler aquí, entre estos muros hechos de ladrillos de adobe, entre estas edificaciones tan bien conservadas. "Una vida de piedra despues de tantas vidas" diría el gran Pablo.


Además, desde aquí parte un sendero que me conduce a la punta de un cerro desde donde se puede dominar con la vista todo el valle, el oasis, el imponente Licancabur, el río San Pedro, las quebradas y el valle de la Muerte.

Volví a San Pedro y almorcé en 'Las Kañas'. Uno de los locales accequibles al bolsillo y presupuesto de un simple profesor de Inglés, y con buena comida.


A las 3 partió el tour al Valle de la Luna. Ibamos 6 tourists, en la van conducida por un guía poseedor de un, aunque precario, entendible Inglés. De los seis de la delegación, yo era el único chileno, acompañado de una pareja de cubanos, una de franceses, y una irlandesa. Por lo que acordamos que el tour fuera sólo en Inglés para no repetir lo mismo en 2 idiomas.


El tour se hizo bastante amigable. Entablé una grata conversación con la irlandesa, de nombre Angela, mientras cruzabamos a pie el Valle de la muerte, también conocido como Valle de Marte. Luego nos dirigimos al Valle de la Luna, la puesta de sol, el desierto desplegando sus miles de colores tanto en la tierra como en el cielo. Un espectaculo maravilloso e inolvidable.


El viaje fue extenuante y especial. Caminamos harto y pude darme cuanta de lo variado y hermoso que es este lugar. Desde los sitios arqueológicos llenos de historia, de pasado y presente, pasando por las maravillosas fallas geográficas que nos ofrecen parajes tan ajenos, diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver, hasta la posibilidad de compartir con gente de otras latitudes. Gente que logra maravillarse con nuestra tierra. Gente que te hace ver lo afortunado que eres al vivir aquí. Y no lo digo por el país, por Chile, sino por toda el área, por America del sur, por nuestro pueblo latinoamericano, por nuestra cultura Indoamericana.




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