Volví a San Pedro y almorcé en 'Las Kañas'. Uno de los locales accequibles al bolsillo y presupuesto de un simple profesor de Inglés, y con buena comida.
A las 3 partió el tour al Valle de la Luna. Ibamos 6 tourists, en la van conducida por un guía poseedor de un, aunque precario, entendible Inglés. De los seis de la delegación, yo era el único chileno, acompañado de una pareja de cubanos, una de franceses, y una irlandesa. Por lo que acordamos que el tour fuera sólo en Inglés para no repetir lo mismo en 2 idiomas.
El tour se hizo bastante amigable. Entablé una grata conversación con la irlandesa, de nombre Angela, mientras cruzabamos a pie el Valle de la muerte, también conocido como Valle de Marte. Luego nos dirigimos al Valle de la Luna, la puesta de sol, el desierto desplegando sus miles de colores tanto en la tierra como en el cielo. Un espectaculo maravilloso e inolvidable.
El viaje fue extenuante y especial. Caminamos harto y pude darme cuanta de lo variado y hermoso que es este lugar. Desde los sitios arqueológicos llenos de historia, de pasado y presente, pasando por las maravillosas fallas geográficas que nos ofrecen parajes tan ajenos, diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver, hasta la posibilidad de compartir con gente de otras latitudes. Gente que logra maravillarse con nuestra tierra. Gente que te hace ver lo afortunado que eres al vivir aquí. Y no lo digo por el país, por Chile, sino por toda el área, por America del sur, por nuestro pueblo latinoamericano, por nuestra cultura Indoamericana.
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