Nos pasó una vez más. Como siempre, perdimos frente a Argentina. Como siempre vamos a pelear por el tercer lugar. Como siempre nos sentimos defraudados y decepcionados. Como siempre el árbitro nos saqueó. Como siempre volvimos a escuchar a Carcuro hablando bien del fútbol argentino. No hay novedad, no hay sorpresa. Siempre ganan los mismos, y, cómo no, si tienen no sólo el fútbol a su favor. También la historia, y como si fuera poco el beneplácito de la FIFA (que a esta altura no es más que una empresa a favor de las grandes potencias futbolísticas) y de los “excelentes” árbitros europeos.
De Argentina, nada que decir. Jugadores expertos en las simulaciones, el engaño, el timo, lo desleal, el anti fútbol, diría Chespirito. Y no son más que el reflejo de su sociedad. Una sociedad que quiere ser potencia mundial, que quiere, y cree ser, la mejor de América cuando la realidad es muy distinta. Un país que vivió en el mundo de Bilz y Pap. Un país que ha tenido gobernantes por lejos más paupérrimos que los nuestros. Un país que, lamentablemente, ya se acostumbró al truco, al engaño, al ilusionismo, incluso en lo que si son buenos, el fútbol.
Del árbitro, bueno, es el árbitro. Uno entiende que el árbitro es un simple empleado de la FIFA que dejó demasiado en claro que a la organización del mundial le conviene mucho más tener a una potencia del fútbol mundial como Argentina en la final que a la selección de un país con sólo 15 millones de habitantes, que a nadie importa. Y con todas las competencias de la FIFA pasa lo mismo, pero eso ya es sabido, ya es repetido.
De la selección Chilena, qué decir. Decir que son buenos jugadores. Sin duda no son los mejores que Chile ha tenido, pero son buenos. Que no han ganado nada aún, sin embargo ya llenan las páginas de la mentada farándula nacional. Que si siguen jugando como lo han hecho, no necesitamos magos ni choros ni modelos mejores pa’l trago que pa’la pelota. Ojala no se pierdan, ojala no los matemos como lo hemos hecho con tantas otras “promesas” del fútbol que se han quedado sólo en eso.
Al final, mejor celebremos los logros conseguidos por deportes históricamente olvidados como el ciclismo, el remo y el levantamiento de pesas, que sí consiguen logros importantes (medallas de Oro en los Panamericanos). Ojala la Presidenta deje de salir en despachos en vivo hablando a los jugadores de la Rojita, prometiéndoles recibirlos en La Moneda y se preocupe de fomentar otros deportes y recompensar a los esforzados ciclistas, a las remeras, a Cristián Escalante y Enzo Cesareo, que sin parafernalia ni recursos, sin contactos en vivo y en directo con sus familiares, sin SQP relatando sus historias amorosas, lograron obtener cosas realmente importantes paras nuestro país, pero más importante, para ellos mismos.
Pese a todo, y pese a la historia, igual estaremos frente al televisor la próxima vez que Chile enfrente a Argentina. Igual nos ilusionaremos con una victoria. Igual nos creeremos buenos pa’ la de cuero. Igual nos convenceremos que se puede romper la historia. Igual soñaremos con hacer un cambio, con que el débil derrote al poderoso, con que la tortilla se vuelva, con que los por siempre derrotados sean alguna vez los vencedores. Soñaremos, en fin, con lo imposible, con David contra Goliat. Sumar y soñar, ¿O no Rodrigo?
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