viernes, 6 de mayo de 2016

Mi guitarra

Así se cumplen los ciclos… Hace años y por un error imperdonable rompí la guitarra Tizona de mi papá. Debe haber sido por allá por el 1999, yo estaba recién en la U y mi padre aún andaba en su aventura extranjera. Justo cuando por fin me había animado a tomar una guitarra y empezar a sacarle alguna nota musical. Con unos cancioneros que me compré, y otros que tenía mi papá, comencé a aprender los primeros acordes. Recuerdo como dolían los dedos. Después y con más práctica, ya no tanto. Y de pronto, CRACK! Un movimiento brusco al desenfundar la guitarra y un golpe certero la quebró. Meses más tarde, para mi cumpleaños, mi mamá me sorprendió al regalarme una guitarra, mi primera guitarra. Una Oregon, con cuerdas de nylon y con una cápsula que amplificaba el sonido. Esa es mi guitarra, la regalona. La que ocupé para los T.E.N Awards, en la U, en esa ceremonia estilo Oscars que inventamos, para galardonar a los compañeros de promoción (la más bonita, el más garabatero, la mejor dupla, el más bueno pa’ chupar, etc). Esa fue mi primera presentación ante público. Con mi partner Gerardo deleitamos a la audiencia con un set que incluyó ‘Norwergian Wood’, ‘Dead Flowers’, Pigs on the wing’ y el grand finale ‘Brain damage – Eclipse’, todo en formato unplugged. 



La misma guitarra (y casi el mismo setlist) utilizamos con Gerardo cuando tocamos en la Vicaría, una tocata tipo peña que estuvo entretenida. Así fue pasando el tiempo, con mi guitarra siempre al lado. En KOE recuerdo haberla llevado varias veces para los talleres de Choir que hacíamos, donde la gente escuchaba una canción en inglés, completaba la letra y al final los hacía cantar, guitarra en mano, la canción que ya se habían aprendido. Buenos tiempos. Luego vino el conjunto Chalinga, y nuevamente mi guitarra hablaba por mí, tocando valses chilotes, cuecas y tonadas. Aprendiendo nuevos ritmos y haciendo varias presentaciones en peñas, festivales y hasta misas a la Chilena. Harta alegría y mucho vino en esa época, espectacular. Esa misma guitarra me acompañó cuando me tocó ir a Calama por pega. Ahí, en la pieza del hotel practicaba mis canciones, o en el parque El Loa, algún fin de semana. La misma guitarra con la que traté de impresionar a la Mona, cuando recién estábamos saliendo, y le canté ‘Tu ventana’. Obviamente no se impresionó, pero creo que de alguna manera le gustó que yo le cantara.


 Mi guitarra me apañó siempre, en todos los cambios de casa que tuve, en todas las mudanzas, era un objeto de cuidado. Con la llegada de Alonso la guitarra se convirtió en un juego más, en una forma de acercarlo a la música y a los instrumentos. Es cierto que aún no logro que toque alguna nota, pero no me preocupo. Yo recién tomé una guitarra a los 19 años. Así se cumplen ciclos… Hace años y por un error rompí la guitarra de mi padre. Este fin de semana, y por un error, Alonsito movió la silla donde mi guitarra estaba apoyada y PAF! Se vino abajo, como tantas veces. Pero en esta ocasión con consecuencias fatales. Esta vez y para siempre, se quebró ese instrumento, ese pedazo de madera que tantas alegrías me trajo y que tanta compañía me hizo. Será de dios, como dicen por ahí... A juntar las lucas pa' comprarse otra, una que trace su propia historia.