Estando ad portas de una nueva elección parlamentaria, es lamentable ver
cómo las viejas prácticas de la política están, al parecer, más vigentes que
nunca en los partidos políticos de nuestro querido Chile. Es así como, pese a
que todos los “líderes” de los partidos destacan y subrayan la importancia y urgencia de incluir
nuevas figuras en la escena política nacional, y señalan estar de acuerdo en
traer aires frescos al Congreso, la gran mayoría de los aspirantes al Congreso
chileno va por la reelección.
Esto no es condenable a priori, el
problema, creo yo, surge cuando vemos que hay un sistema perverso que está
hecho para que las dos grandes coaliciones políticas tengan representación,
dejando fuera, mediante el archi conocido y desprestigiado – pero aun vigente-
sistema Binominal, a los candidatos independientes que vayan fuera de uno de
estos 2 grandes pactos. Pero no sólo eso, sino que, no contentos con tener
“asegurados” la mitad de los escaños, estas coaliciones apoyan las reelecciones eternas de los mismos personajes que ya han estado, una, dos, tres,
y hasta cuatro periodos en el Congreso.
No contentos con eso, en aquellos
casos en que el diputado/senador en ejercicio, que pretende ser reelecto, pese
a que, al parecer, su tarea en el Congreso no fue del gusto de sus electores en
su región (distrito/circunscripción), y se sondea que no tendrá una alta
adhesión en una posible nueva candidatura, los partidos y/o pactos ni se
inmutan en cambiar al candidato de zona, pretendiendo solucionar con esto el problema.
O sea, un candidato que no sería reelecto por su actual distrito o
circunscripción, es cambiado para otra zona, de manera de mantener su cuota, su
cupo en el poder.
Ejemplos de esto sobran por
montones: El senador Escalona, actual senador por la región de Los Lagos, que
ahora iría a la reelección por la región del Bío Bio. El Diputado Marcelo Díaz,
actual Diputado por el Distrito 7 (La Serena), iría a la reelección por el Distrito
22 (Santiago Centro), etc.
Otro gran vicio es considerar una
candidatura al Congreso como un “premio de consuelo” para aquellos que fueron
pre candidatos a algo, y no les fue bien. Para destacar están los casos de los
ex precandidatos presidenciales de la derecha, Laurence Golborne (pre candidato
presidencial de la UDI que ahora es candidato a Senador por Santiago Oriente) y
Andrés Allamand, que era la mejor opción de RN para ser Presidente, y ahora,
repentinamente es la mejor opción RN para ser Senador por Santiago Poniente
(sacando de carrera, de pasadíta, a Catalina Parot).
Otro ejemplo es el Senador José
Antonio Gómez. Espero, de verdad espero que re considere su repostulación al
Senado, porque sería el colmo primero ser pre candidato a Presidente, y luego,
como perdió, entonces lanzarse de candidato a Senador. Pero no sólo eso sería
impresentable, sino que, de hacerlo, lo haría por otra circunscripción, porque
en la región por la que es Senador actualmente no volverían a votar por él.
El último caso es de verdad
vergonzoso, Enrique Accorsi, actual Diputado por el Distrito 24 (La Reina –
Peñalolén) deseaba repostularse a la Cámara Baja, pero esta vez por un Distrito
distinto (30, San Bernardo), donde fue derrotado en las primarias “convencionales”
o fuera de la ley de primarias que realizó esta “Nueva Mayoría” para
legitimizar algunas candidaturas y elegir representantes en algunos distritos donde
la elección “a dedo” no habría sido suficiente. Sin embargo, aún así, aun
perdiendo en las primarias que ellos mismos aceptaron, ahora resulta que este “Honorable” podría ser candidato a Diputado por el Distrito 23 (Las Condes – Vitacura).
Este circo electoral donde ya ni siquiera
cambian los payasos, sino que, tal como el circo, cuando ya no les va bien en
un lugar, agarran su carpa y sus leones, y van a otro lugar a ofrecer el mismo
pobre espectáculo, ya no da para más. Se necesita un cambio y se necesita
ahora.
Una solución es, desde mi punto
de vista, lograr que al menos un candidato fuera de este duopolio (Alianza –
Nueva Mayoría) lograse ingresar al Congreso. Actualmente sólo veo en la figura
de Giorgio Jackson esa posibilidad, siempre y cuando en la Nueva Mayoría se
abstuvieran de llevar candidato en dicho Distrito y dejaran “en libertad de
acción” a sus bases.
Otra solución es avanzar, de una
vez por todas, en algún proyecto que regule, y restrinja la re elección
indefinida a cargos públicos. No puede ser que esté prohibida la reelección a
Presidente de la República, sin embargo los Diputados, Senadores y Alcaldes se
pueden repetir el plato cuantas veces quieran, y por distintas zonas, sin que
les de una pizca de vergüenza.
Yo propondría un tope de
reelección a cargos públicos: 1 reelección para cargos de 4 años (diputados,
alcaldes, Cores, consejales) de modo que puedan completar un máximo de 8 años
en su cargo. Y prohibiría la reelección
a Senador (8 años es más que suficiente, creo yo, para poder hacer lo que se
prometió a la gente). Mantendría la restricción de re elección en el caso del
Presidente, y pondría ciertas restricciones a otros cargos públicos que no son
de elección popular (Ministros, Subsecretarios).
Junto con lo anterior creo
necesario avanzar hacia una reforma de los sueldos y dietas parlamentarias. Ese
clásico discurso “a los Diputados y Senadores hay que ofrecerles un sueldo que
sea competitivo con lo que ofrece el sector privado a los profesionales de
excelencia, para que éstos dejen sus empleos en la empresa privada y trabajen
en el sector público” es una falacia. Lo
mismo que decir “deben recibir un buen sueldo para que así no sean sobornables”,
jajaja. Todo hombre tiene su precio, eso todos lo sabemos. Las presiones y el
lobby se controlan con leyes y regulación, no con altos sueldos a costa de las
arcas fiscales. Un sueldo de 20 sueldos mínimos (aproximadamente sería unos 4
millones doscientos mil pesos) debería ser suficiente para alguien que está en
el Congreso “para expresar la voluntad del pueblo”, “para llevar a cabo las
exigencias de la gente”, “para representar a la ciudadanía”.
Si realmente los Congresistas (Diputados y Senadores)
quieren seguir siendo la expresión de la ciudadanía, deberían empezar por escuchar
las demandas ciudadanas y, de una vez por todas, hacerse responsables de su
cargo y posición en la sociedad. Los
invito.
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