Día 3
Viernes 18 de agosto de 2017
Como el día anterior no
compramos nada para desayunar, tuvimos que ducharnos y salir a buscar algún
lugar para comer algo. Fue una buena decisión ya que a poco andar, sólo unos
cuantos pasos de la esquina de Beaumont Grove y Mile End Road, nos encontramos
con el café Mr. G. Un local pequeño, acogedor, que nos llamó la atención
principalmente porque ofrecía English Breakfast. Entramos y pedimos el desayuno
inglés, con porotos para mi, con tomate para Gerardo (había que elegir uno u
otro). Llegaron unos platos gigantes, con porotos con salsa de tomates (mis
favoritos instantáneos), una salchicha, un huevo frito, tocino, bastante
tocino, una tostada y 2 bubbles (una especie de tortilla de papas con repollo).
Todo esto acompañado con una taza de café cortado, por algo
así como £5. Con eso quedamos listos para afrontar nuestro día de museos.
Tomamos la Hammersmith & City line del metro, hicimos combinación en King’s Cross San
Pancras con la Picadilly Line, y nos bajamos en Holborn Station, para dirigirnos hasta el British Museum, caminando a través de la Bloomsbury Square Garden .
Hicimos una fila que avanzó rápido. Nos revisaron la mochila, y listo. Ya
estábamos dentro. ¡Museos gratis! La historia del mundo ahí, para nuestro goce.
Debo reconocer que el museo es gigante y sabíamos que sería imposible
recorrerlo entero. De hecho, de todo el museo, logramos recorrer un par de alas,
donde pudimos ver muchas cosas de la cultura Asiria, de antiguo Egipto
(incluyendo momias en los pisos superiores), y muchas cosas del Imperio Romano y de Grecia Clásica (incluido casi todo el Partenón). Es increíble como el
Imperio Británico se hizo de tantas piezas valiosas, ¡Toda la historia del mundo
está aca! En serio. Entramos al ala de las Américas solo para ver el Moai que
da la bienvenida. Jajaja… Llegar hasta Londres para ver un Moai de Isla de
Pascua, simplemente asombroso. Vimos un Budda de 20 metros. En fin... A hidratarse con un
poco de agua y vitrinear la tienda del museo y ya eran casi las 3 de la tarde.
Salimos y se largó a llover
con mucha fuerza. Como la Ley de Murphy funciona a la perfección aquí y en la
quebrá del ají, no salí con mi parka, así que apechugué con el jockey del Colo
Colo que andaba trayendo en la mochila. Con este tiempo, decidimos guarnecernos en otro
museo, el Museum of London, así que caminamos hasta Bloomsbury Way y tomamos la
micro que nos dejó a unas cuadras del museo.
En el Museum of London pudimos
conocer la historia de Londres, desde antes que fuera Londres. Con los primeros
asentamientos humanos, luego la llegada de los Romanos y la civilización. La
peste negra, el gran incendio. Este museo superó nuestras expectativas, y al
final estaban cerrando y nosotros no logramos ver toda la exposición. Está
hecho para niños, estudiantes, pero también para adultos con ganas de aprender.
A la salida, a unos pasos, se encuentran vestigios de la muralla original
que levantaron los Romanos en Londinum, como lo llamaron. Luego, en la Edad
Media, se volvió a habitar esta zona que estuvo deshabitada por siglos, y se
utilizó la muralla de los Romanos para cercar la ciudad. No dejo de
sorprenderme que estuve ahí, tocando piedras que formaron una muralla que tiene
2000 años de historia. ¡Increíble!
Como si ese pincelazo de
historia no fuese suficiente, cuando nos echaron del museo, caminamos por
algunas pequeñas calles y pasajes, descubriendo más vestigios romanos entre
parques y plazas, hasta que llegamos a otro hito de la ciudad, la catedral de
St. Paul. Gigante, imponente, colosal. Tanto, que nos fue imposible encontrar
un ángulo desde donde fotografiarla completa.
Como ya eran las 6 pm y las
calles ya estaban llenas de gente tomando cerveza, no pudimos ser menos, así
que pasamos a un M&S Simply Food y nos compramos un paquete de nachos y
unas latas de cerveza que fuimos a disfrutar con gusto a los pies de la
catedral. ¡Hasta vimos una ardilla!
De vuelta a Stepney Green en
micro, volvimos temprano para ir a tomarnos algo en un local que nos había
llamado la atención: el Half Moon. Por supuesto, estaba lleno cuando llegamos.
Sin embargo pudimos encontrar un rincón donde sentarse. Suficiente
para disfrutar un gin & tonic. Hasta buscamos la correcta pronunciación del
Bombay Saphire para poder pedirlo como corresponde (/sǝ'faiǝ/). Pedimos un
doble, que no fue otra cosa que 2 dedos acostados de gin y una botellita de tónica. Por
supuesto que eso no fue para nada suficiente, y terminamos tomándonos como 3
gin & tonic cada uno, jaja!!!
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