Lunes 20 de Septiembre de 2010
Último día nadie se enoja. En cama hasta la hora de almuerzo. Solos los dos en el depto. sin apuros, sin compromisos, sin visitas, solos los dos... rico! Merluza con ensaladas de almuerzo, un a copa de chardonnay, y un paseo al Parque Forestal. Horneamos un poco de pan pre horneado (recuerdan que los empresarios hablaban de desabastecimiento cuando se declaró feriado de 3 días para los supermercados y malls. Al final no se murió nadie por no ir al Plaza Vespucio a vitrinear, jajaja), tomamos tecito y a la cama.
Gran Dieciocho, que fue sólo eso, ni más ni menos: un gran Dieciocho. El mentado Bicentenario dejémoslo para el presidente y sus ministros, para las multitiendas y supermercados, para los medios de comunicación y sus programas “culturales”. Para el chileno de a pie, el chileno medio, el dieciocho es dieciocho no más, sin apellidos ni apelativos que no se sienten. Porque al final, ¿Qué se va a celebrar si hace 200 años que se vive igual? ¿Si los pobres de ayer son los mismos que los pobres de hoy? ¿Si las oportunidades que los “padres de la patria” prometieron nunca llegaron?
Mientras siga la desigualdad de mierda que nos rige, mientras el pueblo Mapuche siga sin ser escuchado ni tomado en cuenta (y no sólo los Mapuche, sino que todos los pueblos originarios), mientras las condiciones laborales no mejoren, mientras el pueblo no sea tratado con dignidad por parte de los que gobiernan nuestro país (políticos y empresarios, que al final son la misma cosa), mientras nuestro país siga siendo lo que es (y lo que se proyecta que siga siendo –una maqueta mal hecha de país en eterna vía al desarrollo) no hay nada que celebrar. Si hay mucho que exigir, hay mucho por qué luchar y hay poco que perder en el intento.
¡Bicentenario, nada que celebrar!
Ahh, se me olvidaba:
Celebración Oficial Bicentenario a la que no asistimos: Revista Naval Bicentenario
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