Día: Miércoles 11 de noviembre de 2010
Hora: 21:00 hrs.
Lugar: Estadio Monumental de River Plate. Buenos Aires, Argentina.
Luego de disfrutar de un café y un alfajor en ‘Havanna’ en pleno centro Bonaerense nos dirigimos mis amigos Rodrigo, Jorge y yo a tomar el “colectivo” (micro) que nos llevaría, por 1 peso y 25 centavos, (algo así como 130 pesos chilenos) al Estadio de River Plate, para presenciar el mejor concierto de nuestras vidas.
Corrimos para tomar el 130, que iba lleno de personas con poleras y polerones alusivos a The Beatles (incluso un chileno sin entrada que iba a ver si encontraba algo). La Beatlemanía se había vuelto a tomar las calles y las micros, como si Buenos Aires fuera Liverpool, como si estuviéramos en los 60s, como si un viejo sueño se hiciera realidad esa tarde.
Cuando bajamos de la micro quedamos inmediatamente haciendo una fila de 10 cuadras o más, compuesta por personas de todas las edades, jóvenes, niños, viejos, señoras. Yo saqué mi bandera y, con la "picardía del chileno", fuimos avanzando y colándonos para poder avanzar más rápido. Por fin llegamos al acceso al estadio. No hubo revisión, ni toqueteos, ni retención de encendedores ni otros elementos, sólo cortaron la entrada y ya estábamos dentro. En el escenario el ex –cantante de Los Piojos entretenía a la audiencia. Nosotros, en Platea Belgrano Baja, fila 2, asientos 1, 2 y 3, nos preparábamos para una noche que sería muy especial. Hubo poca conversa, estábamos más bien callados, como en una tensa calma, como cuando de niño uno esperaba que dieran las 12 para abrir los regalos que había bajo el árbol de navidad.
Los minutos pasan lentamente. Mi vecina de asiento me pregunta si vine al show de la noche anterior. También buscaba pistas para saber qué era lo que se venía.
Un cuarto para las nueve se apagan las luces y comienza la proyección de un video con fotografías de todas las épocas de Paul y sus amigos. Aparecen The Beatles, Wings, su fallecida esposa Linda, y un largo etcétera, todo acompañado por versiones remixadas de sus canciones ('Say say say', 'Silly love songs', etc. En clave punchi-punchi).
Finalmente a las 21:20 aproximadamente (no me preocupé de ver mi reloj) aparece Sir James Paul McCartney en escena, con un traje negro, a la medida, con sutiles bordes rojos en los bolsillos, su bajo Hofner, y su sencillez. Todo el público lo ovaciona y él saluda muy cordialmente. De pronto comienzan los primeros acordes de ‘Magical Mystery Tour’ y el sueño comienza a hacerse realidad, con uno de Los Beatles tocando en vivo para mí, para nosotros que habíamos hecho nuestro propio Tour Mágico y Misterioso desde Santiago. Esa fue la primera sorpresa de la noche, ya que en los setlists que había revisado no estaba incluida, ni tampoco la tocó la noche anterior.
Después vino ‘Jet’ y me emocioné mucho. Ver la alegría y la vitalidad de McCartney sobre el escenario cuando hace poco más de un mes pensaba que no lo podría ver jamás en vivo porque descartaba a Chile de la parte sudamericana de la gira. Con ‘All my loving’ todo el público prendió. Al fondo del escenario se proyectaban fotos de John, Paul, George y Ringo y las mega pantallas laterales nos mostraban detalles que no era posible apreciar a simple vista. La voz la maneja en muy buena forma, la banda es sólida, el sonido, espectacular. Entre canción y canción se da tiempo para interactuar en español con el público. Dice que somos muy “buena onda”. Saluda a los argentinos en español, y casi todas sus intervenciones las hace en nuestra lengua. A esa altura ya había olvidado mi cámara fotográfica y lo único que importaba era disfrutar cada segundo de lo que ahí se estaba viviendo. Hubo sorpresas, como cuando interpretó la bellísima ‘Bluebird’ (del álbum ‘Band on the run’) sólo con su guitarra acústica. También interpretó ‘Blackbird’, ‘I’ve just seen a face’, ‘Here Today’ (canción que escribió como homenaje a su gran amigo John Lennon) y ‘And I love her’. Yo estaba emocionado hasta las lágrimas, las que cayeron por mis mejillas cuando, sentado al piano, comenzó ‘The long and winding road’. Cuando cantó ‘My love’ recordé a mi Mona, que estaba en Santiago, tan lejos, con nuestro pirigüín, y lloré. Y seguí llorando cuando, solo en el escenario tocando un ukelele, Paul comienza a interpretar ‘Something’ (“Esta canción es para mi amigo George”, dijo antes de empezar) y, en medio de la canción entra toda la banda, con solo de guitarra incluido. Nunca pero nunca imaginé, ni en mis mejores sueños, tener la posibilidad de escuchar esa hermosa canción en vivo por un Beatle.
En fin, no sé que más contar. Los recuerdos se agolpan en mi cabeza, y creo que no siguen el orden en el que fueron las cosas, pero qué importa, el orden de los factores no altera el resultado. Recuerdo cuando dijo “con esta guitarra compuse esta canción hace más de cuarenta años” y empezó a tocar ‘Paperback writer’, como si nada. De los Beatles, interpretó muchos temas: ‘Eleonor Rigby’, ‘A day in the life – Give peace a chance’ (simplemente genial), ‘I’ve got a feeling’ (con un registro vocal impresionante), ‘Drive my car’, ‘Ob-la-di Ob-la-da’ (que se convirtió desde ese día en una de mis favoritas, creo que en esta etapa de mi vida me empieza a hacer mucho sentido) ‘Back in the USSR’, ‘Let it be’ (tocando un piano de cola) y ‘Hey Jude’, con la que terminamos todos cantando el estribillo. Con esa canción Paul dejó por primera vez el escenario, y suponemos que tomó agua, ya que durante todo el concierto no lo vimos tomar ni una gota de liquido, ya quisiera yo llegar a los 68 años con ese estado físico.
De su banda setentera Wings cantó varios temas también: La antes nombrada ‘Jet’, ‘Let me roll it’ (con su inconfundible riff de guitarra), ‘Mrs. Vandebilt’ (con todo el estadio cantando “Oh Eh Oh”, la raja!), 'Nineteen hundred eighty five’, ‘Let ‘em in’ (con una interpretación espectacular), por supuesto que tocó ‘Band on the run’ (un clásico de clásicos) y ‘Live and let die’ con fuegos artificiales y parafernalia (necesaria en todo concierto de rock que se precie de tal).
De sus últimas creaciones cantó ‘Dance tonight’, donde toca una mandolina y el guatón de la batería (Abe Laboriel Jr.) toca el bombo con un pie mientras baila con el resto de su humanidad, y dos temas del último álbum de su proyecto The Fireman: ‘Highway’ y ‘Sing the changes’, ambos temazos maestramente interpretados, y que, en mi humilde opinión, suenan incluso mejor en vivo que en estudio (Como el caso de ‘Let me roll it’ también, qué manera de sonar bien por la chucha!!!!)
En su primer bis el maestro se despachó puros “temas malos”: ‘Day tripper’, ‘Lady Madonna’ (donde tocó en su piano psicodélico) y ‘Get back’ (qué emoción, ahí yo ya no daba más). Luego salió al escenario con una camiseta de la selección argentina, con su apellido escrito en la parte superior de la espalda, sobre el número 10: "Soy Diego" dijo.
Luego vino ‘Yesterday’, para finalizar con todo el power de ‘Helter Skelter’ y el final sublime y majestuoso de ‘Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band (reprise)’ y ‘The end’ con el solo de batería de Abe y el solo a tres guitarras de Paul, Brian y Rusty. IM-PRE-SIO-NAN-TE!!!
Creo que no tengo palabras ni en español ni en inglés para describir lo que viví esa noche. Pasaron muchas cosas por mi cabeza, recuerdos de niño cuando cantaba ‘Drive my car’ solo en mi pieza con la escoba como guitarra, o cuando junto a mi mamá escuchábamos ‘Abbey Road’ completo a la hora del aseo. Recordé a mi papá con ‘The long and winding road’, a mi señora y a nuestro futuro, a mi hermano. En fin, fueron muchas emociones para poder procesarlas en sólo tres horas de intenso show. Además, haber estado en el estadio con Jorge y Rodrigo, con quienes cantamos ‘Get back’ desde que estamos en primero medio, haber viajado a Buenos Aires con ellos, conocer el estadio de River, todo fue demasiado…
Me traje una polera, algunas fotos y un cúmulo de emociones que espero atesorar por siempre en mi corazón. Se escuchan rumores que dicen que McCartney podría venir a Chile el 2011. Ojalá, ojalá poder ver nuevamente, poder sentir nuevamente lo que ese día sentí.
Como canta Paul en ‘Sing the changes’, ojala poder volver a experimentar la sensación del asombro infantil... “Feel the sense of childlike wonder”.
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