El otro día me dijeron que era gruñón y que andaba siempre de mal humor. Entonces me puse a pensar en las razones de este comportamiento. Y resulta que no pude encontrar nada que explicara este extraño actuar.
Vivo en una ciudad grande y moderna, atiborrada de gente que busca ser más (o aparentar más) de lo que es. Gente que cree que ser más es ganar más plata y tener un auto más caro que el del vecino. Una ciudad donde el aire puro se puede respirar después de uno de los numerosos días de lluvia. Una ciudad coronada por una imponente cordillera nevada que podemos divisar de vez en cuando, cuando el smog nos lo permite. En una ciudad con un excelente sistema de transporte, el más moderno y eficiente de Latinoamérica. Un sistema que, por lo complejo, la gente no ha sabido valorar. Ni entender. Un sistema que permite la socialización, la comunicación, la intagración entre personas. Gente que antes no se hubiera dirigido palabra alguna, ahora entabla amenas conversaciones en los paraderos a la espera del moderno bus no contaminante.
Vivo en un país en democracia, en donde incluso los empresarios exitosos y millonarios quieren ser partícipes del servicio público sin profitar de él, a costa de todo su dinero y poder. Donde se escucha la voz de todos los ciudadanos (de buen vivir). Un país en el que da gusto enfermarse y ser atendido en cómodos y amplios hospitales con amables y serviciales médicos que trabajan con esmero y vocación de servicio. Un país donde la ley se cumple y donde los delincuentes encuentran acogida. Donde el sistema judicial prácticamente no necesita actuar, ya que la sociedad en sí misma se ha preocupado de la delincuencia. Un país donde se juzga por igual a ricos y pobres, a simples ladrones y a asesinos y torturadores. Donde todos reciben igual trato e iguales penas, en recintos penitenciarios de excelentes condiciones (un ejemplo es Punta Peuco, cárcel premium).
Por otro lado, trabajo en una empresa modelo, donde los trabajadores son escuchados y sus peticiones tomadas en cuenta. Donde nos pagan a tiempo y el sueldo aumenta a la par con el costo de la vida.
Estoy envuelto en un sistema de libre mercado y consumismo que me permite tener todo lo que quiera gracias a mi tarjeta de crédito y mi banco que me da la facilidad de pagar mi vida en 36 cómodas cuotas. Así el endeudarse no es un problema, mas bien la solución.
En fin, ahora entiendo que andar idiota y gruñón es una mera pelotudez, viviendo en una sociedad de aquellas como la nuestra. Total, como cantan Los Prisioneros:
Lo estamos pasando muy bien...yeah yeah yeah yeah
Esto es fantástico...Tra la la la lá!!!
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