De vuelta al Monumental. Tantos
recuerdos memorables, como la inauguración el año ’89 a la que me llevó mi
Tata, y en el que vi por primera vez a Colo Colo en vivo. O aquella vez que
salimos campeones el mismo ’89. Clásicos con la U y la UC, partidos de Copa
Libertadores, finales de campeonato, e incluso recuerdos tristes como alguna
goleada de Cruzeiro. Hace años que no venía, y hoy vuelvo pero no por el
fútbol, sino por la música. Son las ocho de la noche del jueves 27 de Marzo de
2014 y la vereda norte de Av. Departamental se llena de rockeros chascones, de
poleras negras y cerveza en mano. Estamos todos en la misma, contando los
minutos para ver a Metallica.
Me encuentro con mi hermano,
buscamos estacionamiento y nos apuramos hacia la entrada. Para nosotros este
show es especial. No solo porque nunca hemos visto a Metallica y esta será
nuestra primera vez, sino porque hace ya 10 años nos quedamos con las ganas,
entradas en mano, de verlos en vivo cuando cancelaron su gira sudamericana el
2003 debido a “agotamiento físico”. Ese fue un golpe bajo. Había comprado las
entradas e invitado a mi hermano al que iba a ser el show de nuestras vidas, y
simplemente los Metallica no se la pudieron y cancelaron. Se decía que ya
estaban viejos y que el carrete y el copete estaban pasando la cuenta a
Hetfield y compañía, y probablemente así era. Pasarían años para que volvieran
a Chile, el 2010, y no fui. El valor de las entradas, el recinto donde iban a
tocar, el setlist, todo fueron excusas para no enganchar lo suficiente y
“hacerme el gil” con ese concierto.
Esta vez fue distinto. Hubo un
reencantamiento personal con esta banda que ha estado presente en gran parte de
mi vida, desde que recibí el álbum negro de regalo de navidad, cuando tenía
como 13 o 14 años. Desde que veía los videos de Enter Sandman y The Unforgiven
en Sábado Taquilla (y los grababa en VHS para volver a verlos). Luego, saber
que venían, al Estadio Monumental, con una gira bastante novedosa y
entretenida, By Request (a pedido), donde los fans teníamos la oportunidad de
votar por los temas que querían escuchar, fue suficiente motivo para querer
verlos en vivo.
Compré las entradas y me llegó un
código para seleccionar mi setlist. Volví a repasar la discografía, y me volví
a encantar con álbumes que estaban en el olvido, CD guardados en alguna caja,
MP3 que rescaté de alguna carpeta perdida y volví a escuchar Kill ‘em All, Ride the Lightning, Master of
Puppets, …And justice for all, Metallica
(el álbum negro). Incluso volví a repasar los criticados y pisoteados Load y Reload, rescatando algunas joyas. Finalmente reescuché St. Anger y Death Magnetic. El primero sigue sin ser de mi gusto, en cambio el
último, cual magneto, me atrajo y no lo he podido sacar del teléfono.
De vuelta al Monumental, a esta
agradable noche de jueves, parado en la cancha David Arellano, con mi hermano.
Un compadre nos pide fuego y nos ofrece unas piteadas por la paleteada. El
show, programado para las 21 hrs. Está un poco retrasado y a las 21:30
aproximadamente se apagan las luces, se enciende la pantalla gigante que abarca
todo el escenario, y comienza The
Ecstasy of Gold, la clásica intro que usa Metallica, mientras en las
pantallas se muestra el final de la
película El Bueno, el Malo y el Feo.
En eso salen a escena: Kirk, James, Robert y Lars. Viene un momento de silencio
y el estadio explota con la fuerza de los primeros acordes de Battery. Le vino inmediatamente Master of Puppets y escuchar a 50 mil
almas gritar “Master, Master!” fue simplemente grandioso. Una canción que es
una verdadera obra maestra, un tema que vale la pena escuchar una y mil veces.
A la mierda todos los “fans” y los no tanto, que dijeron que el setlist estaba
arreglado, que tocan las mismas canciones de siempre. ¡¿Acaso querían que
perdiéramos la oportunidad de escuchar Master of Puppets?!
Luego vino Welcome Home (Sanitarium) y se siente como Hetfield empieza a
entrar en confianza. Saluda y nos mata con el riff de Ride the Lightning. El headbanging es necesario y casi un acto
involuntario de mi cuerpo… “Flash before my eyes, Now it’s time to die”
cantamos todos a coro mientras los parlantes suenan como que se van a fundir.
Por momentos siento el sonido saturado, como cuando uno pone el audio a todo
volumen y los audífonos al límite. No importa, porque después de eso llega la
calma. Hetfield se acerca a la guitarra acústica, que está sostenida en un
atril especial en una especie de segundo piso del escenario, muy cerca de la
pantalla gigante que tiene a su espalda y comienzan los acordes de The Unforgiven.
Luego es el turno de la canción
nueva, la que prometieron presentarían en esta gira, y que tocaron por primera
vez en Colombia. Hetfield pregunta a la audiencia si ya la conocen, y qué les
parece. Todo lo pregunta en inglés, y parece que poca gente entiende lo que
dice, sin embargo todos responden “Yeah” o algo así. Lords of Summer son como 8 minutos, y me gustó. Es similar a los
temas del Death Magnetic, su último álbum editado hasta ahora, y está bien. No
es un clásico, pero tampoco un guatazo. Está bien, es Metallica!
De pronto silencio nuevamente y
se escuchan los primeros acordes de …And
Justice For All. No están tocando, es sonido grabado y de pronto entran las
guitarras, el bajo y la batería y dejan la cagá! Puta el tema bueno, por la
cresta!!! Ahí ya me doy por pagado y se me olvidó qué otras canciones debían
tocar, en realidad me olvidé de todo. Solo era saltar, cabecear y disfrutar…
Luego invitan a una joven a que presente la
canción que sigue, y ella con su mejor voz grita Sad but True! El estadio se viene abajo y Metallica una vez más nos
muestra que el álbum negro la lleva. A esta altura ya siento que mi voz se
escucha cada vez menos y que mi garganta empieza a doler y picar… Hace rato no
gritaba así, porque para poder escucharse a sí mismo sólo quedaba gritar: “I’m
you, sad but true”.
Fade to black, Orion y One marcaron el momento más emotivo de
la noche. La interpretación del instrumental Orion fue brillante! Una gran obra
que fuimos privilegiados de escuchar, con un gran Robert Trujillo, y el recuerdo
de James Hetfield al bajista original de la banda, Cliff Burton, muerto en un
accidente mientras andaban de gira, hace como 25 años.
For whom the bell tolls volvió a dejar la cagá, y luego otro fan
presentó Blackened, otra de mis
favoritas!
Entre canciones James saludaba y
se mostraba afable con el público, recordando cada cierto tiempo que votaran
por la canción del día. La lucha era desigual, con Fuel (que fue la última del
setlist elegido), Wiplash y Wiskey in the Jar (las 2 con mejor puntaje de las
que quedaron fuera de carrera). La pantalla gigante mostraba cómo Whiplash
lideraba las votaciones, mientras James trataba de convencer a la audiencia de
votar por Wiskey in the jar, y se apenaba por la magra votación de Fuel (“poor
Fuel” dijo, jaja!)
Llegó el turno de Nothing else Matters, y los metaleros
sacaron su lado romántico, para luego dar paso a otro hit noventero, Enter Sandman. Todo el Monumental cantando “Exit light, Enter
night, take my hand… We’re off to never never land”. Con ésta la banda
deja por primera vez el escenario, como si no supiéramos que debían volver para
tocar los temas que faltaban, y el ganador de la votación de la Canción del
Día…
Pasan unos minutos y el estadio
revienta una vez más, ahora con el clásico Creeping
Death. Inmediatamente después se presenta en pantalla la canción del día
que ganó, y sin más empieza Whiplash.
La fiesta termina con otro clásico del Kill ‘em All, Seek & Destroy (o como se conoce y se canta en Chile: Chicken
distroy, jajaja)!
No va más! Metallica se despide.
El público pide a coro “Wiskey, Wiskey”, pero la banda hace caso omiso y James
se queda con las ganas de interpretar ese gran cover. Noche redonda,
fantástica, llena de emociones, de energía y mucha buena onda. En realidad fue
volver a la casa, a una energética fiesta entre amigos. El dolor de cuello y
espalda del día siguiente fueron simplemente la evidencia de una noche
memorable.
Grande Metallica!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario