En estos días en que las conversaciones sobre hijos se han hecho más frecuentes en mi entorno, y viendo cómo mis amigos comienzan a practicar la paternidad, me he dado cuenta que ya va siendo hora de pensar en esa nueva etapa de la vida, esa con "personitas" a tu cargo, que verán, escucharán, repetirán y admirarán todo lo que de ti venga. Eso es mucha responsabilidad.
Dándole vueltas al asunto, y escuchando los malos resultados en educación en los colegios en Chile, uno se empieza a cuestionar, por ejemplo, qué cosas podemos heredarles a nuestros hijos. Cosas que les permitan desarrollarse de manera integral como hombres y mujeres plenos en esta sociedad. Cosas que los hagan crecer y desarrollarse disfrutando de lo bueno de la vida, y cuestionando todo lo demás.
En eso estaba cuando se me ocurrió que no hay mejor herencia que la educación (medio chiste, mi mamá me ha dicho eso desde que era chico: "Lo único que te puedo dejar es una buena educación, así que ¡partiste a estudiar cabro 'e mierda!" - Nota: Mi memoria es frágil, probablemente no fueron esas las palabras textuales, pero sí la intención... al menos yo la sentí así, ja). De todas formas, me he convencido que gastar plata en arte, al final no es gasto, sino una inversión. Hasta el día de hoy agradezco esos discos vinilos de Los Jaivas y The Beatles que habían en la casa cuando era chico, y que los podía escuchar cuando quisiera. Agradezco a mi madre su colección de libros, gracias a la cuál no necesitaba correr a la biblioteca cada vez que debía leer algo para el colegio.
Por lo mismo es que me he decidido a comenzar (antes que sea demasiado tarde) y partí por un área en que soy un completo neófito: Música clásica. Es por eso que estoy empezando a coleccionar Cds de autores clásicos como Beethoven, Mozart, Tchaikovsky. Ahora, la gracia es, precisamente, no comprar los discos para guardarlos, sino que empezar a explorarlos, escucharlos, gozarlos, sentirlos... en fin, disfrutarlos. Qué es el arte y la cultura sino eso: el gozo, el disfrutar de las cosas simples y grandiosas de la vida: La música, la pintura, la lectura, la fotografía, la historia, la geografía, el paisaje natural y humano, la política (más bien, conversar y discutir sobre política), la gente, los amigos, la familia, las conversaciones largas y apasionadas, la comida y la bebida...
Si algo vale la pena dejar a nuestros hijos, eso debe ser el gozo. Que aprendan a disfrutar de las cosas lindas de la vida: la música, los libros, una conversación al calor de una botella de vino tinto, un partido de Chile en el mundial. Yo, al menos, seguiré disfrutando de lo bueno de la vida y espero seguir haciéndolo cuando llegue un niño o niña a mi vida, para disfrutar juntos de Tchaikovky y de Los Beatles y del Quijote de la Mancha. En realidad, parece que me está gustando la idea...