Hoy en tu cumpleaños
podría, no sé, conseguirte
media tonelada de flores,
siete miradas distintas,
quinientos besos de sabores,
un collar de perlas amarillas,
dos boletos para el cine,
un disco de los Rolling.
Dos boletos para el cine,
un disco de los Rolling.
Un trozo de carbón
que en menos de mil años
será un bello diamante,
un diente de tiburón,
una piedra lunar y hasta
una foto de Marte recién tomada.
20 poemas de amor
y una canción desafinada.
Ciento cincuenta sueños dorados
y un par de fantasías más terrenales.
Mi bolsa de canicas, mi infancia
y muchas felicidades.
Mis manos llenas de caricias
envueltas para regalo,
mi acta de nacimiento
endosada a tu nombre
y tiempo para pensarlo.
Ciento cincuenta sueños dorados
y un par de fantasías más terrenales.
Mi bolsa de canicas, mi infancia
y muchas felicidades.
Mis manos llenas de caricias
envueltas para regalo,
mi acta de nacimiento
endosada a tu nombre
y tiempo se nos ha terminado.
Hoy en tu cumpleaños
podría conseguir
todo lo que tengo y soy para ti,
y todo lo que venga
a cambio de qué, no sé
algo se nos ocurrirá, mm
algo se nos ocurrirá, aha
algo se nos ocurrirá!
(Fernando Delgadillo)
¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS AMOR!!!
martes, 19 de febrero de 2008
jueves, 14 de febrero de 2008
Punto de (des)encuentro
Aquí estamos otra vez. En el mismo lugar de siempre. El mismo sitio donde diariamente separamos nuestras vidas después de un arduo día laboral. Nuestro punto de desencuentro. Ese donde estamos más cerca, pero somos más fugaces. Ese momento en que mis labios rozan los tuyos justo antes que tus pies se encaminen hacia la línea 4 del Metro y yo siga mi rumbo hacia el poniente de la ciudad en la línea 1.
Veo como te alejas y tu existencia se reduce a un pequeño punto negro que reconozco como tu cabeza entre miles de otras cabezas que bajan las escaleras hacia el andén.
Comienzo a caminar lentamente por el angosto pasillo rumbo a mi andén. Pero me detengo, no puedo seguir. No lo permitiré, ya no aguanto y vuelvo sobre mis pasos, desafiando al destino. Bajo raudo las escaleras que me llevan hacia ti. Te diviso entrando al vagón mientras otras personas esperan el siguiente tren. Te pierdo de vista. Entro al tren. Se cierran las puertas. Ya estoy a tu lado. Para siempre, por siempre al lado de la mujer que amo. Nos juntamos para no separarnos más. Para seguir un rumbo juntos hacia aquella, otrora lejana, estación llamada felicidad.
Veo como te alejas y tu existencia se reduce a un pequeño punto negro que reconozco como tu cabeza entre miles de otras cabezas que bajan las escaleras hacia el andén.
Comienzo a caminar lentamente por el angosto pasillo rumbo a mi andén. Pero me detengo, no puedo seguir. No lo permitiré, ya no aguanto y vuelvo sobre mis pasos, desafiando al destino. Bajo raudo las escaleras que me llevan hacia ti. Te diviso entrando al vagón mientras otras personas esperan el siguiente tren. Te pierdo de vista. Entro al tren. Se cierran las puertas. Ya estoy a tu lado. Para siempre, por siempre al lado de la mujer que amo. Nos juntamos para no separarnos más. Para seguir un rumbo juntos hacia aquella, otrora lejana, estación llamada felicidad.
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