martes, 11 de septiembre de 2007

El once, una vez más

Otro 11 de Septiembre más. Un año más de recuerdos y frustraciones. Una vez más los pacos y el pueblo enfrentados. El primer 11 sin el dictador, sin el asesino traidor. Un 11 en el que se vuelve a pedir justicia, juicio y castigo a los culpables, varios de ellos ya viejos seniles y/o muertos. Ya no supimos que hacer con ellos. Ya no hubo justicia. Ya no castigo. Se salieron con la suya. Como cuando el dictador se puso de pie al llegar a Santiago desde Londres, olvidándose de su “enfermedad”. El problema es que su legado sigue. El se fue, no así sus consecuencias, sus actos. Las torturas, los degollados, los presos políticos, los desaparecidos, los ejecutados políticos siguen aquí, en la memoria del pueblo, de la gente. Eso no se olvida, y espero que cada 11 de Septiembre se vuelva a recordar todo lo malo que sucedió en esta tierra un día. No hay patria sin historia. Sin memoria no hay aprendizaje. Ni olvido ni perdón, sobretodo ahora que la gente tiende a olvidarlo todo. A no olvidar, a recordar lo que se hizo. A recordar que los “valientes soldados” tomaron a sus propios compatriotas como enemigos, que inventaron una guerra. A recordar que nada ha cambiado realmente. Que los que ayer apoyaron el golpe militar hoy apoyan a los partidos de Gobierno y Oposición. Que los que tiraron molotovs y salieron a protestar en los 80 ahora son parte del Gobierno de mierda que tenemos, y reprimen y condenan actos que ellos mismos propiciaran hace 25 o 30 años atrás.

Para mi es un acto moral escribir estas líneas hoy. Esta fecha nunca me ha sido indiferente. Por el contrario, esta fecha tiene tanto sentido para mí, siempre me ha seguido con su sombra interminable de miedo y represión. Recuerdo las protestas en la USACH, las velatones en la Villa Portales, los caceroleos, los apagones que pasábamos a la luz de las velas, con las cortinas cerradas escuchando el diario de Cooperativa en la radio a pilas. Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana quemados vivos por Carabineros de Chile (“orden y Patria es nuestro lema”) en una protesta demasiado cerca de mi casa como para olvidar. Mi tío Carlos torturado por los marinos en Valparaíso, por el sólo hecho de pensar diferente. Víctor Jara asesinado por que su canto era un canto libre. Miles de exiliados, despojados de sus historias, de su tierra, de sus tradiciones. Miles de asesinados, torturados, violados, vejados, desaparecidos por tener ideales, por querer un Chile justo.

Llegó la democracia, la alegría, decían, sin embargo no ha habido ni democracia ni alegría para aquellos. ¿De qué sirvieron tantos muertos, tanta sangre derramada? Seguimos viviendo en un país lleno de injusticias. Por eso hay que elevar la voz y protestar este, y todos los 11 de Septiembre, por lo que pasó en nuestra tierra (no en tierras yankis), por nuestros muertos, por nuestra pena, por nuestra rabia contenida por más de 40 años. No hay que olvidar, sólo el recuerdo permanente nos ayudará. No está muerto aquél que es recordado.

VIVA VÍCTOR JARA, VIVA SALVADOR ALLENDE!!!
HASTA LA VICTORIA, SIEMPRE!!!


“aunque los pasos toque mil años este sitio
no borrarán la sangre de los que aquí cayeron
Y no se extinguirá la hora en que caíste
Aunque miles de voces crucen este silencio”
(Pablo Neruda-Illapu)

El último juego de Pablo

Mira que juego brutal ese que se jugó Pablo
De aguantar y aguantar, aguantar siempre aguantando.

Y dicen que lo tuvieron todo el tiempo en el suelo.
Golpear y golpear, golpear siempre golpeando.

Que cayó preso un Martes a la salida del trabajo.
Iba con sonrisa azul y un bolso bajo el brazo.
El sabía que tendría que responder en el juego,
Claro que el reglamento estaba del lado de ellos.

Y dicen que lo tuvieron todo el tiempo en el suelo.
Golpear y golpear, golpear siempre golpeando.

Le preguntaron por otros, otros que éramos nosotros,
Pero el Pablo no hablaba, callado se la aguantaba.
Era un juego muy re sucio porque el Pablo no hizo nada
Solo el querer la paz, la paz sin las alambradas.

Mira que juego brutal ese que se jugó Pablo
De aguantar y aguantar, aguantar siempre aguantando.

Poco a poco se quedaron los fascistas sin el Pablo.
Se les fue por las estrellas y se refundió en la tierra,
Y la bestia en ese juego comprendió que había perdido
Que el Pablo estaba lejos, que Pablo se había ido.

Mira que juego brutal ese que se jugó Pablo
De aguantar y aguantar, aguantar siempre aguantando.
Y dicen que lo tuvieron todo el tiempo en el suelo
Golpear y golpear, golpear siempre golpeando.

Ahora ellos se consuelan, creen que el Pablo está muerto,
Pero están equivocados, desconocen algo cierto:
Que la única muerte es el olvido para siempre,
Pero Pablo está presente en el pueblo y en su gente.

Que la única muerte es el olvido para siempre,
Pero Pablo está presente en el pueblo y en su gente.

(Mauricio Redolés)

Último discurso del compañero Presidente Salvador Allende G.

Seguramente, ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las antenas de Radio Magallanes. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas un castigo moral para quienes han traicionado su juramento: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡No voy a renunciar!

Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeño su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción crearon el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, victimas del mismo sector social que hoy estará esperando con mano ajena, reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo a ustedes, sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios clasistas que defendieron también las ventajas de una sociedad capitalista.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder.
Estaban comprometidos. La historia los juzgará.

Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

(Santiago de Chile, 11 de septiembre de 1973)

Allende

Para matar al hombre de la paz,
para golpear su frente limpia de pesadillas,
tuvieron que convertirse en pesadilla.
Para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques.
Para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo, hacerlo llama,
porque el hombre de la paz era una fortaleza.

Para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia.
Para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando.
Para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza.

Para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa,
una armada, una hueste, una brigada,
tuvieron que creer que era otro ejercito,
pero el hombre de la paz era tan solo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques, más rencores
más bombas, más aviones, más oprobios,
porque el hombre de la paz era una fortaleza.

Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla.
Para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad,
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo.

Mario Benedetti