Estamos a 2 meses del gran día. Parece que ha sido todo tan rápido, sin embargo aún siento que falta tanto para poder ver y abrazar a esa criatura que está en tu vientre. Hay tanto que expresar y tan poco vocabulario para hacerlo. Recuerdo ese septiembre, esas fiestas patrias que celebramos como nunca lo habíamos hecho. Presintiendo, quizás, que pasarán varios años para volver a celebrar así. Lo bailamos todo, lo tomamos todo y lo comimos todo. Luego, casi inesperadamente, aunque lo estábamos buscando, llegó la noticia: Estabas embarazada.
Ha sido un gran período, una etapa muy linda. Con altos y bajos, pero los problemas no se comparan ni en lo más mínimo con la alegría que siento cada tarde cuando llego a casa y te veo preciosa, feliz, radiante, con esa guata que crece y crece cada día más y que nos emociona con cada movimiento, con cada patada.
Por primera vez en mi vida siento que hay algo verdaderamente importante. Pasaron a segundo plano, de un día para otro, los problemas económicos. Los problemas de la pega se quedan en la pega, por primera vez. No me importa si mi jefe me reta o si está a punto de acabarse esta pega, cuando llego a casa y te veo a ti y a nuestro futuro haciéndose un espacio en tu vientre no me importa nada más. Es raro, es rico.
Estoy ansioso, y expectante. Quiero conocerlo luego, abrazarlo, decirle que yo soy su papá y que voy a estar a su lado toda su vida (o toda mi vida, en realidad). Quiero que tenga la confianza que tendrá una familia que siempre lo apoyará. Quiero que sepa que lo importante no es caerse, sino volver a ponerse de pie. Quiero y pienso tantas cosas...
Es difícil enfrentar esto. Por lo mismo no quiero pensar tanto. Dejemoslo ser (Let it be, diría McCartney). Que la vida nos guíe, tanto a él como a nosotros en este camino que ya empezamos a recorrer. Juntos.
"La vida mágica ay sí, vamos llevando"