sábado, 30 de diciembre de 2017

Bitácora de Viaje: Inglaterra 2017 - Día 3

Día 3
Viernes 18 de agosto de 2017

Como el día anterior no compramos nada para desayunar, tuvimos que ducharnos y salir a buscar algún lugar para comer algo. Fue una buena decisión ya que a poco andar, sólo unos cuantos pasos de la esquina de Beaumont Grove y Mile End Road, nos encontramos con el café Mr. G. Un local pequeño, acogedor, que nos llamó la atención principalmente porque ofrecía English Breakfast. Entramos y pedimos el desayuno inglés, con porotos para mi, con tomate para Gerardo (había que elegir uno u otro). Llegaron unos platos gigantes, con porotos con salsa de tomates (mis favoritos instantáneos), una salchicha, un huevo frito, tocino, bastante tocino, una tostada y 2 bubbles (una especie de tortilla de papas con repollo). Todo esto acompañado con una taza de café cortado, por algo así como £5. Con eso quedamos listos para afrontar nuestro día de museos. Tomamos la Hammersmith & City line del metro, hicimos combinación en King’s Cross San Pancras con la Picadilly Line, y nos bajamos en Holborn Station,  para dirigirnos hasta el British Museum, caminando a través de la Bloomsbury Square Garden . Hicimos una fila que avanzó rápido. Nos revisaron la mochila, y listo. Ya estábamos dentro. ¡Museos gratis! La historia del mundo ahí, para nuestro goce. Debo reconocer que el museo es gigante y sabíamos que sería imposible recorrerlo entero. De hecho, de todo el museo, logramos recorrer un par de alas, donde pudimos ver muchas cosas de la cultura Asiria, de antiguo Egipto (incluyendo momias en los pisos superiores), y muchas cosas del Imperio Romano y de Grecia Clásica (incluido casi todo el Partenón). Es increíble como el Imperio Británico se hizo de tantas piezas valiosas, ¡Toda la historia del mundo está aca! En serio. Entramos al ala de las Américas solo para ver el Moai que da la bienvenida. Jajaja… Llegar hasta Londres para ver un Moai de Isla de Pascua, simplemente asombroso. Vimos un Budda de 20 metros. En fin... A hidratarse con un poco de agua y vitrinear la tienda del museo y ya eran casi las 3 de la tarde.

Salimos y se largó a llover con mucha fuerza. Como la Ley de Murphy funciona a la perfección aquí y en la quebrá del ají, no salí con mi parka, así que apechugué con el jockey del Colo Colo que andaba trayendo en la mochila. Con este tiempo, decidimos guarnecernos en otro museo, el Museum of London, así que caminamos hasta Bloomsbury Way y tomamos la micro que nos dejó a unas cuadras del museo.

En el Museum of London pudimos conocer la historia de Londres, desde antes que fuera Londres. Con los primeros asentamientos humanos, luego la llegada de los Romanos y la civilización. La peste negra, el gran incendio. Este museo superó nuestras expectativas, y al final estaban cerrando y nosotros no logramos ver toda la exposición. Está hecho para niños, estudiantes, pero también para adultos con ganas de aprender. A la salida, a unos pasos, se encuentran vestigios de la muralla original que levantaron los Romanos en Londinum, como lo llamaron. Luego, en la Edad Media, se volvió a habitar esta zona que estuvo deshabitada por siglos, y se utilizó la muralla de los Romanos para cercar la ciudad. No dejo de sorprenderme que estuve ahí, tocando piedras que formaron una muralla que tiene 2000 años de historia. ¡Increíble!

Como si ese pincelazo de historia no fuese suficiente, cuando nos echaron del museo, caminamos por algunas pequeñas calles y pasajes, descubriendo más vestigios romanos entre parques y plazas, hasta que llegamos a otro hito de la ciudad, la catedral de St. Paul. Gigante, imponente, colosal. Tanto, que nos fue imposible encontrar un ángulo desde donde fotografiarla completa.

Como ya eran las 6 pm y las calles ya estaban llenas de gente tomando cerveza, no pudimos ser menos, así que pasamos a un M&S Simply Food y nos compramos un paquete de nachos y unas latas de cerveza que fuimos a disfrutar con gusto a los pies de la catedral. ¡Hasta vimos una ardilla!

De vuelta a Stepney Green en micro, volvimos temprano para ir a tomarnos algo en un local que nos había llamado la atención: el Half Moon. Por supuesto, estaba lleno cuando llegamos. Sin embargo pudimos encontrar un rincón donde sentarse. Suficiente para disfrutar un gin & tonic. Hasta buscamos la correcta pronunciación del Bombay Saphire para poder pedirlo como corresponde (/sǝ'faiǝ/). Pedimos un doble, que no fue otra cosa que 2 dedos acostados de gin y una botellita de tónica. Por supuesto que eso no fue para nada suficiente, y terminamos tomándonos como 3 gin & tonic cada uno, jaja!!!

Con la sensación del deber cumplido, nos fuimos a casa.

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