sábado, 30 de diciembre de 2017

Bitácora de Viaje: Inglaterra 2017 - Día 11

Día 11
Sábado 26 de agosto de 2017

Un día soleado, como todos los que tuvimos en este maravilloso viaje, nos alumbra la despedida. La mañana se hace corta, terminando de ordenar la maleta y dejando todo listo y dispuesto para nuestro viaje de vuelta a nuestra realidad sudaca santiaguina. Atrás quedarán las largas caminatas, los incontables memoriales y monumentos que recuerdan la historia de sufrimiento de esta ciudad, las minis y las sonrisas amables, los ‘Hiya’ de las vendedoras y promotoras, en fin… Los bares siempre llenos de vida y gente, las pintas de cerveza, la mezcla de culturas, las calles “al revés”, el metro que te lleva a donde sea, los buses de dos pisos, el English Breakfast, la Limonata San Pellegrino y la Ribena!

El vuelo BA 0251 está programado para salir a las 21:55 hrs. desde Heathrow, por lo que debemos estar en el aeropuerto a eso de las 19 hrs. Eso nos da un margen bastante amplio para seguir recorriendo esta ciudad.

Le preguntamos al dueño del depa el procedimiento para entregar el mismo. La cosa era simple, nos vamos, cerramos con llave y luego la llave la tiramos hacia el interior del depa a través de la ranura para correspondencia que tiene la puerta. Le preguntamos cómo lo podemos hacer para dejar las maletas durante el día. Nos dio una excelente opción: Ir hasta uno de los Hoteles Nadler, y dejar las maletas en recepción diciendo que vamos de su parte. Decidimos hacerlo con el Hotel Nadler Victoria, ubicado en Palace St. con Palace Place, cerca del Buckingham Palace y a pasos del metro Victoria.

Tomamos nuestras cosas, verificamos que no se nos quedara nada, y partimos al metro, Stepney Green Station por última vez!

En la District Line, en unos minutos nos estábamos bajando en Victoria, de ahí nos fuimos caminando a paso rápido hasta llegar al Hotel. Al preguntar por nuestro contacto nos atendieron de manera muy amable. Nos ofrecieron un café o algo para beber. En realidad, sólo queríamos disfrutar los últimos momentos en la ciudad, así que dijimos que no. Dejamos las maletas y a la calle de nuevo. Pasamos por el Royal Mews, las caballerizas reales, que están a un costado del Buckingham Palace, y que no habíamos visto.

Este sector de la ciudad es bien turístico, y hay harto souvenir típico de la realeza, onda fotos de la Reina, de Diana de Gales, tazas, cucharas, etc. Pero nosotros queríamos hacer el paseo obligado y que hasta ahora no habíamos podido, pese a que habíamos pasado cerca en varias ocasiones: ¡Hyde Park!

Como teníamos muy poco saldo en nuestras tarjetas Oyster, todo lo teníamos que hacer a pata. Así que nos fuimos caminando tranquilamente por Grosvenor Pl. y en cosa de minutos estábamos entrando a Hyde Park, un parque gigante en medio de la gran ciudad. Lo primero que nos llamó la atención fueron los árboles, de distintos tipos y alturas. El parque invita a tomarse las cosas con calma, y así lo hicimos hasta llegar a una laguna, The Serpentine, que está llena de aves: cisnes, patos, etc. Es un paseo muy bonito. Nos fuimos caminando por el borde de la laguna, hasta llegar a un quiosco, donde compramos algo para tomar desayuno. Un muffin y un café para mi fueron suficientes, sentados al pasto de Hyde Park, sintiéndome un londinense más. Viendo el tiempo pasar.


Al seguir nuestro paseo, cruzamos un puente y llegamos al Princess Diana Memorial Fountain, que no es más que una pileta con agua cristalina donde niños y adultos se mojan los pies, para refrescarse del calor del mediodía. Una bonita forma de recordar a Diana de Gales, pienso. Los niños felices corren, y salpican agua, juegan y se divierten.

Vimos un par de ardillas que logramos captar con la cámara, para seguir caminando y llegar a otra laguna, más pequeña que The Serpentine, pero con mucha más vida silvestre: The Round Pond. Ahí vimos infinidad de aves, caminando, nadando, volando, y de prento notamos que estábamos llegando a Kensington Palace, que es la residencia Real donde viven actualmente el Principe Harry, y el prícnipe William con su esposa Kate Middleton y sus hijos. Lo notable del lugar, más que el palacio, son sus jardines: verdes, grandiosos, muy bien cuidados. Con una Estatua de la Reina Victoria a la entrada, se puede sentir esa presencia de la Realeza en todo el lugar. Es como estar en un cuento. 

Luego de un rato, seguimos caminando por los jardines y llegamos a la salida norte del parque, a la calle Bayswater Rd. Estando a unas cuadras de Notting Hill, no pudimos evitar seguir caminando hacia Portobello Rd. donde había una feria (feria que se instala todos los sábados en el lugar) muy popular, llena de antigüedades, ropa, cosas usadas, cachivaches, etc. La feria es del largo de la calle y caminamos cuadras y cuadras hasta la Portobello Green Market. Cansados, nos decidimos a volver. En uno de los puestos, justo debajo de una autopista que pasa por sobre Portobello Rd. encontré unos aritos con el Big Ben, para la Moni.


Seguimos camino a otro edificio con triste historia rockera, 22 Lansdowne Crescent, hotel donde murió Jimi Hendrix. Luego de una foto seguimos nuestro regreso, caminando por estas calles de Notting Hill, que es, efectivamente, una pequeña colina cuya inclinación se siente al ir caminando.

Al ver que la hora avanzaba, decidimos emprender el camino de vuelta, cruzando nuevamente la ciudad por el clásico Hyde Park.

Ya estábamos cansados, así que tuvimos que tomarnos unos minutos sentados en el pasto londinense, disfrutando el sol, el aire, el parque, la gente, los acentos, el cielo lleno de aviones (en serio, lleno, es cosa de mirar hacia el cielo y en menos de 1 minuto se ve un avión de pasajeros volando sobre Londres, es increíble el tráfico aéreo de esta ciudad).

Suficiente descanso, de pie nuevamente, nos enfilamos hacia el Memorial de Alberto, príncipe consorte (Albert Memorial), esposo de la Reina Victoria. El memorial se encuentra justo al frente del Royal Albert Hall, famoso teatro londinense donde se han presentado todos los músicos imaginables, incluyendo, por supuesto, a The Beatles.

Bajamos caminando por Exhibition Rd., la calle donde se encuntran los museos Victoria and Albert y el Natural History Museum, entre otros. Además en este barrio se encuentran el Royal College of Music, y el Imperial College London. Es decir, es un barrio cultural. Seguimos caminando, ya con la premura del tiempo, entre las distintas calles de Chelsea, pasando por la Sloane Square y el Eaton Square Gardens, con su comercio exclusivo y sus casas “cuicas”.

Caminando caminando llegamos a The Nadler Victoria, en busca de nuestras maletas. Nos atendió una rumana muy simpática que nos ofreció café y una charla. Aceptamos la charla, y pasamos unos valiosos minutos conversando con ella. Nos contó que la tenida aburrida la vida en Londres, donde encuentra todo caro (le comentamos que en Santiago de Chile la cosa anda más o menos igual). Nos contó también que pretende viajar a conocer Sudamérica, y nos invitó a conocer Europa del Este en nuestra próxima visita al viejo mundo. Nos despedimos, y corrimos, literalmente, a la estación Victoria del metro, para poder llegar a tiempo al aeropuerto.

El metro se tomó su tiempo, pero finalmente llegamos a la terminal 5 de Heathrow. Buscamos el check-in counter y notamos que todo el terminal tiene counters de la British Airways, jaja. Consultamos y nos mandaron a cualquiera, ya que eran “autoservicio”. Es decir, uno mismo debía colocar la maleta, pesarla, sacar el ticket adhesivo, pegárselo a la maleta, y todo. Anda a equivocarte, y mandas tu maleta al sudeste asiático, jaja!

Con el check-in listo, pasamos a comprar unos refrescos en una farmacia Boots del aeropuerto: Limonata para mi y Ribena para Gerardo, clásicos instantáneos de esta visita. Primer problema, cuando íbamos entrando a la zona de Policía Internacional el oficial nos indica que no se puede ingresar ningún líquido. Feo revés, nos tuvimos que tomar las 2 latas yo, las 2 botellas Gerardo, para no perderlas. Mal. Luego en Policía Internacional, vendría otro problema: Resulta que en nuestras mochilas (bolso de mano) traíamos un frasco de Colman’s Mustard, mostaza típica inglesa, que traíamos como souvenir. Al pasar las mochilas por el escáner, los oficiales se dieron cuenta y nos hicieron sacarla del interior, con el correspondiente interrogatorio. Nos cagaron con los 2 frascos. Bueno, será no más. Habrá que volver más temprano que tarde para poder volver a saborear esa mostaza, pensé.

Cuando pensábamos que ya nada más tocaba esperar, resultó ser que debíamos ir a otro edificio, y para eso debíamos tomar una especie de “metro”, cuya estación estaba frente a Gucci, según nos indicaron. Así lo hicimos y, por fin, llegamos… Vitrineamos un rato en las tiendas de la terminal, y, ante la llamada, abordamos el vuelo BA251 que nos traería de vuelta a Santiago de Chile.

Nos tocó asientos del medio y pasillo, y en el asiento de la ventana venía otro chileno que volvía después de un viaje por casi toda Europa, por más de un mes. El que puede, puede.

Así, tras 14 horas de vuelo, que se me pasaron viendo ‘La La Land’, cenando y durmiendo a pata suelta, llegamos a Santiago, de vuelta al frío invernal de nuestro terruño.

Fueron 11 días de emociones, de historia, de mucho caminar, 11 días que quedarán en nuestro recuerdo como los días en que hicimos un sueño realidad. Con Gerardo quedamos con muchas más ganas de volver, ojalá con más tiempo y más plata. Me encantaría tener la posibilidad de volver con mi familia, con la Moni, con Alonso y con nuestr@ nuev@ integrante de la familia. Esta familia generosa que me permitió darme este lujo. DEbo agradecer a la Mona, a mi esposa, que siempre me apoyó y me impulsó a tomar la decisión de hacer este viaje. La que siempre me ha apoyado. Agradecer a Alonso, que se portó un siete, y quedó fascinado con las cosas que le traje de Inglaterra. Estoy seguro que el en algún momento viajará y lo disfrutatrá tanto como yo lo hice. Finalmente agradecer a Gerardo, que se subió altiro a este proyecto, a esta idea loca, y con quien compartimos 11 días espectaculares, en los bares, en las calles, en la Cavern Club, en las casas y barrios de los Beatles en Liverpool, en fin.  

Estoy seguro que, más temprano que tarde, volveré a caminar por esas calles angostas, de edificaciones llenas de historia de Londres y Liverpool. I'm looking forward to doing so!

Thank you very much UK!!!! Welcome Chile!!!

  

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